12

Una velada literario-musical con la presencia, incluso, de algún ex ministro

Se organizó con una gran seriedad, la verdad es que la organizaste con una gran seriedad, muy en su punto hasta en los más mínimos detalles, los que con frecuencia pasan inadvertidos incluso para las más duchas amas de casa. Los asistentes quedaron muy satisfechos, la calidad de las pastas era excelente y, gracias a Dios, pudo encontrarse a tiempo whiskey escocés del mejor. Lejos de mi ánimo está el tratar de restarte mérito alguno, pero la verdad es que todo se desarrolló con una gran suerte.

Tú, haciendo los honores, tenías una soltura impensada, un aire conmovedor, una evidente gracia artificial: parecías un secretario de embajada, un modisto, un joven predicador, un perfumista, casi un coiffeur pour dames.

A todos nos encantó verte levantar cuando, con una mano en alto como para decir he aquí, señoras mías, un encantador modelo de primavera, tan chic como sencillo, en el que la elegancia de la línea no es estorbada por ningún elemento innecesario, etc., sonreíste con tu más expresiva y cautivadora sonrisa: señoras y señores, tengo mucho gusto en presentarles a ustedes al joven poeta del Sur, hasta hoy desconocido entre nosotros, cuyas ideas estéticas, etc.

El joven poeta del Sur, que tenía los pantalones y la americana algo cortos, las caderas redondeadas y la tez pálida, se sujetó los lentes y empezó a recitar su poesía: «Tengo un profundo sentimiento en recordarle a usted, señorita, sus reiteradas e incumplidas promesas de eterno amor que se perdieron, ¡ay!, entre las brumas.»

El corpulento señor ex ministro —a quien todos, como para herirle en sus sentimientos, presentaban diciendo: el señor Fulano de Tal, ex ministro de tal cosa— entonó un canto a la patria, en versos de catorce sílabas, y después hizo al piano una demostración que fue muy festejada.

Yo, hijo, como no sabía lo que hacer, sufría cuando me mirabas, sufría de un modo horrible e implacable.