Isabel
En el hipódromo, la otra tarde, te dejaste llevar por el sentimiento y perdiste tu dinero. La vieja Isabel te embaucó con sus malas artes y ahora te toca pagar las consecuencias. No escarmientas, no escarmientas. Y no será porque no esté constantemente, ¡ay!, encima de ti.
Que tiene airosa la figura, es cosa que ya sé. También sé que es de buena familia, que está bien educada, que aun no hace mucho tiempo tuvo éxitos considerables en las playas del Canal. No importa: yo sigo creyendo que los seis años que tiene Isabel son ya excesivos. Y en las dos millas, más aún.