No más mierda. Son las nueve pasadas y los chicos están por fin en la cama. Ahora podemos bajar la guardia. Ahora podemos olvidar las voces felices, las sonrisas y las carcajadas que hemos desplegado por ellos. Ahora Liz y yo nos podemos sentar e intentar deducir qué está pasando. No tiene sentido implicar a los niños en esto. ¿Qué bien les iba a hacer? Si nosotros estamos confusos, ¿qué pueden hacer ellos? Es mejor que sigan ignorantes y felices. Ed está empezando a sospechar que algo va mal, pero los dos pequeños están muy tranquilos. A mí también me gustaría estarlo.
Llevamos sentados unos veinte minutos viendo los titulares.
—Esta noche es diferente —dice ella—. Ha cambiado.
—¿Qué ha cambiado?
—Las noticias. Han dejado de contarnos lo que está pasando. Sigue mirando y verás qué quiero decir. Ahora intentan explicarnos cómo afrontar la situación.
Tiene razón. Ha habido un cambio en el enfoque del canal de noticias que estamos mirando esta noche y yo no me había dado cuenta hasta que lo ha señalado Liz. Hasta ahora había un flujo continuo de reportajes sobre ataques individuales e incidentes mayores, pero todo eso ha desaparecido. Ahora todo lo que emiten es poco más que una serie de instrucciones. No nos están diciendo nada que no hubiéramos escuchado ya: alejarte de personas que no conozcas, quedarte en casa si es posible, vigilar cualquier comportamiento errático e irracional y alertar a las autoridades si estalla un incidente, cosas de ese tipo. Son todas instrucciones evidentes y de sentido común.
—Probablemente no valga la pena perder el tiempo informando de todo lo que está ocurriendo —me dice—. Una pelea en la calle se parece a cualquier otra.
—Lo sé —confirmo—. Sin embargo, falta algo, ¿no?
—¿Cómo qué?
—Si escuchas lo que están diciendo, nos siguen explicando que todo está bajo control y el problema contenido pero…
—Pero ¿qué?
—Pero nadie aparece con una explicación. Ni siquiera están intentando explicar lo que está ocurriendo. Eso me dice que nos están ocultando algo o…
—Nadie ha conseguido explicarlo aún —me interrumpe antes de que pueda acabar la frase.