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En caso de emergencia

Natalie conocía la escalera de emergencia del centro penal de Los Ángeles gracias a su experiencia en el pasado, y le pareció reconfortante estar en el rellano del sexto piso, resguardada del clamor que rodeaba el caso Hyland. Silencioso y cavernoso como una catedral, el hueco vacío de la escalera ofrecía refugio, un lugar donde poder pararse a aclarar sus atropellados pensamientos.

El respiro no duró mucho. Inez bajó estruendosamente la escalera desde el piso de arriba.

—Siento haberte hecho esperar —murmuró—. Malditos reporteros.

—Lo entiendo. Por cierto… ya subo en ascensor.

Inez le dedicó una sonrisa de cansancio.

—Gracias por venir. Y por aguantar todo este secretismo.

—No puedo quedarme mucho. Tengo que recoger a Callie. —Natalie se abrazó a sí misma, armándose de valor para mirar a su amiga a los ojos—. Siento que las cosas no hayan salido según lo planeado.

—Nunca salen según lo planeado. —La fiscal se apoyó contra la pared, y el hielo de su voz empezó a agrietarse—. ¿Nos hemos equivocado?

—No lo creo. Fue buena idea invocar a los Hyland antes del juicio. Siento no haber podido…

—No, me refiero a si me he equivocado yo. ¿Es Scotty realmente inocente?

Natalie ya no estaba lo bastante segura para responder a la pregunta. ¿Era Scott inocente? ¿Era Avery Park culpable? Malcolm Lathrop había sembrado la duda incluso en la mente de Inez, y esa duda liberaría a Scott Hyland.

Pero aquel brillo de astucia en los ojos de Pearsall… Natalie no se lo imaginaba. ¿O sí?

—Hay algo que no encaja —dijo Natalie lentamente—. No puedo decir qué es, pero sé que los que han ocupado a Lyman no eran los Hyland.

—Si eso es verdad, ¿cómo puedo demostrarlo?

—Estuviste cerca cuando hiciste las preguntas personales a Betsy Hyland. Si hubieras dado con una que no hubiera podido responder, Pearsall habría tenido que dar explicaciones. Desde luego, parecía que estuviera negándose a responder, esperando a que Lathrop protestara. Creo que por eso Prescott Hyland (o quienquiera que fuera) se puso violento al final, porque sabía que Joe Burton apretaría el botón del pánico si las cosas se desmadraban. Así, Hyland podía señalar a Avery Park sin exponerse al interrogatorio…

—… de forma que nunca averiguáramos quién era en realidad. Sí. —La cara de la fiscal recobró la compostura con renovada determinación—. Pero ¿qué hacemos ahora?

A Natalie le entraron ganas de preguntarle por qué hablaba en plural, pero no lo hizo.

—Puedo investigar los antecedentes de Lyman —propuso—. Y ver si hay algo sospechoso en su pasado, alguien a quien conociera que murió hace poco.

—Bien. Yo haré todo lo que pueda para ganar tiempo. Teniendo en cuenta lo mal que están las cosas, Tony Shaheen debería darme como mínimo hasta el lunes o el martes para replantear el caso. Veré lo que puedo sacarle a Park e intentaré conseguirte información sobre Pearsall.

—Gracias… —«Nada de gracias», pensó Natalie—. ¿Y si no encontramos nada?

—Entonces Scott Hyland merece estar en libertad. —La determinación de la mirada de Inez se tornó desesperada—. Pero no voy a poder dormir por las noches a menos que me convenza de que no lo hizo.

Natalie contuvo un suspiro hasta que ella y su amiga se despidieron y la dejó sola en el rellano. «Pase lo que pase, yo tampoco voy a poder dormir por las noches», pensó, y empezó a bajar la escalera.