Los cuentos 9
La segunda vez que se bañó en sangre de doncellas su piel se volvió nácar joven. Con la conciencia intranquila pidió al obispo que bendijese su próximo baño. El obispo agitó el hisopo: el agua bendita cayó en la sangre que inmediatamente hirvió de gusanos que devoraron a la condesa.