Arañas y mariposas 16
Llegó un momento en que hubo que decidir cuál de los dos moriría para alimentar al otro. Ella se ofreció, y él aceptó. Ella le pidió un beso, y él cerró los ojos. Sin inmutarse, ella le clavó el puñal, maravillándose mientras lo comía de su inmensa estupidez.