Arañas y mariposas 1

Estaba en pie en la esquina donde el camino se perdía en las tinieblas, y llovía sin pausa. Se parecía a aquel otro chico que la abandonó en otro día de lluvia. Se acercó a él, le saludó, le echó las manos al cuello y lo dejó morir en la noche lluviosa como un cisne agonizante.