Ángeles 11

Traía el cielo en sus ojos. Sus manos, los labios, el pliegue fácil del cuello era permisibles; pero no sus ojos sobrenaturales y llenos de nubes. No le vieron. Alguna mujer echó un vistazo codicioso a sus hermosas alas, pero nadie lo acogió, y esa noche durmió con frío y hambre en una calle adoquinada.