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—¡Ahí! ¿Ves eso?

Honor señaló hacia el CIC del visualizador y miró a Mercedes Brigham y Fred Bagwell. Allí se encontraban los tres, en el centro de información de combate del Terrible para repasar el último ejercicio, ya que los parámetros de los puestos de mando no cumplían con los requisitos establecidos por Honor. Les observó a todos, percibiendo su concentración a través de su vínculo con Nimitz mientras examinaban la leve luz de la esfera holográfica. Sintió como se esforzaban por comprender lo que ella imaginaba que ya sabían, después escuchó como Mercedes dejó escapar un improperio, aunque Bagwell aun continuaba perplejo.

—Ya veo, milady, pero no sé lo que es —admitió, esforzándose por intentar leer las letras casi ilegibles. Era una de las cosas que más le gustaba de él. Su determinación para que todo marchara de acuerdo con los planes establecidos podía llegar a resultar algo irritante, pero cuando desconocía algo sabía admitirlo.

—¿Mercedes? —dijo, y la jefe de personal suspiró.

—Sí, milady. Ya sé lo que es —admitió irónicamente y se giró hacia Bagwell—. Fred, esto es un drone de reconocimiento furtivo, y acaba de atravesar nuestra formación.

—¿Un DR? —Bagwell guiñó el ojo y de repente vio la luz—. ¿Es así como el almirante Henries supo lo que planeábamos?

—Así es —murmuró Honor con una triste sonrisa. No sabía que sir Alfred Henries, comandante del escuadrón de batalla de Mantícora, el cual había pasado a verles camino de Thetis, podía llegar a ser tan astuto.

Sacudió la cabeza de asombro y se cruzó de brazos. Se había pasado horas con Mercedes y Bagwell planeando la sorpresa para Henries y debería haber funcionado. De hecho, habría funcionado si no fuera por el DR.

Los sistemas BE[10] de los repos eran inferiores a los de la RAM. Para obtener mejores resultados de actuación necesitaban mayores instalaciones, y la Armada de Grayson no había sido capaz de resistir la tentación de utilizar el amplio espacio disponible para los enormes camarotes. Se habían llevado por delante los sistemas BE originales de los SA para colocar los sistemas manticorianos en su lugar, lo cual significaba que Terribledisponía casi de las mismas capacidades bélicas electrónicas que una fortaleza orbital de dieciséis millones de toneladas, y esto Honor lo veía bien. Si alguien osaba disparar a su nave de mando, quería ser capaz de utilizar todos los trucos necesarios para disparar contra su enemigo.

Sin embargo, se había sorprendido al ver que las nuevas naves construidas en Grayson estaban mejor equipadas en cuanto a sistemas BE que sus homólogos manticorianos. No tanto como los SA, quizá, pero contaban con un mayor número de camarotes, aunque la AEG aún no había aprendido a hacer buen uso de la potencia de sus sistemas.

El descubrimiento de toda esa capacidad había inspirado a Honor, y la formación para el ejercicio parecía un despliegue corriente, con sus SA y sus defensas cubriendo los flancos, mientras el escuadrón de cruceros de batalla comenzaba a avanzar. Solo que los cruceros de batalla eran en realidad superacorazados, utilizando su BE para enmascarar la verdadera potencia de sus emisiones, y los superacorazados eran cruceros de batalla haciendo uso de sus BE para aumentar sus emisiones. Debería haber sido imposible para Henries el detectar algo a más de cuatro millones de klicks, lo cual le habría dado tiempo a Honor para lanzar su primer misil e interceptar el costado desde su SA antes de que las naves de su muro se dieran cuenta de dónde provenían los disparos.

Desafortunadamente, la perspicacia de sir Alfred le había quitado sorpresa a la situación, pero eso no era culpa suya. Había dejado muy claras sus intenciones durante el ejercicio para hacerle ver lo que ella quería que él viera. Pero esto le había hecho desplegar sus drones de reconocimiento más allá de su alcance, donde los sensores de Honor pudieran detectar los dispositivos. Había acelerado, después había apagado los impulsores para ir directamente hacia una línea de aproximación tan cercana que habría engañado a cualquier BE, y la falta de potencia del DR furtivo hizo que a su gente le pasara desapercibido, incluso cuando uno de ellos atravesó literalmente su formación.

—Así es como lo hizo —le repetía ella a Bagwell—. Será listillo.

—Sí, milady, supongo. Lo cual significa que nosotros mañana deberemos ser aun más listillos, ¿no es así?

—Efectivamente —Honor le sonrió y él le devolvió la sonrisa. Nunca estaría cómodo con tácticas tan poco convencionales como esta, pero estaba mejorando mucho y hasta ahora el Batallón Uno no se había venido abajo ante el enemigo. A pesar de que sir Alfred había triunfado con su táctica del DR, la enhorabuena había estado muy bien repartida a lo largo de la pasada semana. En un total de cuatro ejercicios, el Batallón Uno habían obtenido una victoria clara, dos eran empates y Henries había ganado el último por muy poco. No cabía duda de que estaba muy contento por los resultados de ayer, pero ella sabía que él no se imaginaba que fuera tan duro. Bueno, había sido muy educado, pero había detectado también una cierta arrogancia en las primeras conferencias.

Resopló como intentando recordar y Nimitz lanzó un «blik» de felicidad sobre su hombro. Se estaba comportando de una manera más graysoniana que manticoriana, pensaba con ironía, y se preguntaba si los graysonianos habrían pensado que ella era igual de arrogante cuando la conocieron por primera vez. Sabía que Henries no lo había hecho intencionadamente. Posiblemente no se había dado cuenta de que como decía la madre de Honor «tenía un problema de actitud». Al fin y al cabo, la RAM contaba con muchas victorias y hasta ahora lo habían hecho bastante bien. Sus oficiales aspiraban a ser mejores que ninguno y eso se notaba.

Bueno, sir Alfred debería ser más inteligente en relación a Grayson… Honor y su escuadrón le habían pateado el trasero durante el primer ejercicio, así que no debería lamentar su victoria. Pero no se planteaba dejarle ganar nunca más.

—Bien —dijo ella más despejada, apartándose del visualizador—. Mañana tenemos otra oportunidad, la última vez antes de que se vaya a Thetis y debemos ganar. ¿Hemos recibido ya la orden de operaciones?

—Sí, milady —Bagwell cogió su memobloc y lo encendió—. Los mediadores han decidido sustituir sus cruceros de batalla por acorazados para el ejercicio. Esto le dará ocho SA y seis acorazados pero tendremos al Batallón Dos bajo nuestro mando. —Honor trató de esconder su sonrisa con una expresión de atención. El gran almirante Matthews estaba al mando del segundo escuadrón de batalla de Grayson y vendría simplemente como espectador. El equipo de entrenamiento tenía tiempo para prepararse con su propio escuadrón y le gustaría contar con la compañía de sus nuevas naves. Pero no conocía a muchos de los capitanes del Batallón Dos y sabiendo que su comandante estaría mirándola por encima del hombro le convertía en un apoyo a medias.

—Solo tenemos a once en el muro, a diferencia de los catorce con los que cuentan ellos —Bagwell continuó—, pero los nuestros son SA así que…

—Perdón, ¿milady?

Honor volvió la cabeza. Jared Sutton estaba detrás de ella con otro memobloc. Su teniente se había relajado mucho estos últimos meses. Había pasado de un respeto absoluto a devolverle las bromas. De manera respetuosa, por supuesto —pobre de aquel teniente que tratara incorrectamente a su almirante, por mucho que le gustara—, pero era casi la actitud que hubiera esperado de un manticoriano. Lo cual, teniendo en cuenta que ella era gobernadora y mujer, hablaba por sí solo. Pero ya no tenía los ojos de niño bueno que tenía antes y apenas tenía expresión en su rostro.

—¿Sí, Jared? —dijo ella y levantó sus cejas sorprendida mientras él extendía el bloc sin hacer ningún comentario. Sintió una sensación de intranquilidad a través de su vínculo empático con Nimitz y después su propio rostro se puso tenso al escanear el bloc. Vio como Bagwell y Mercedes reaccionaban ante su expresión, pero eso no era importante, debían ver el contenido del informe.

Comenzó a leer la segunda página, luego la tercera y su rostro se endureció. Era peor de lo que se imaginaba, pero intentó relajarse mientras terminaba de leer el mensaje y luego miró hacia arriba de nuevo.

—Gracias, Jared. Por favor, pídele al comandante Brannigan que informe al gran almirante de que me uniré con él en el Venganza tan pronto como me sea posible. Y dile a Mac que prepare mi atuendo oficial.

—Sí, milady. —Sutton se despidió rápidamente y salió zumbando, ella observó a los guardaespaldas colocarse de forma apropiada contra el mamparo.

—Simón, informa a Andrew de que abandonaré la nave en quince minutos. Dile que informe a la tripulación de la pinaza y que se reúna conmigo en la Dársena de Botes Uno.

—Sí, milady. —Simón Mattingly agarró el comunicador y Honor se giró hacia su equipo con una pequeña sonrisa ante tantas caras de expectación.

—El gran almirante no ha invitado a jefes de personal, Mercedes, pero aun así creo que deberías acompañarme. No creo que te necesiten a ti, Fred, además tienes trabajo de sobra aquí. Quiero una actualización de cada unidad en mi mesa dentro de una hora.

—Por supuesto, milady. Pero ¿puedo preguntarle qué ocurre?

—Claro. —Le entregó el memobloc—. Los repos han invadido Minette y Candor. —Mercedes no se movía debido al impacto y Honor asintió—. El gran almirante Matthews tiene la confirmación de ambos sistemas. No sabemos qué es lo que se traen entre manos, pero cambia nuestra situación de forma radical.

—Ya lo creo que sí, milady —dijo Mercedes, sacudiendo la cabeza—. ¿Son potentes sus fuerzas?

—Más de lo que me esperaba después de su situación en la Estrella de Trevor. De acuerdo con los informes, usaron unos treinta superacorazados. —Mercedes se mordía los labios por los nervios y Honor asintió de nuevo—. Bueno, repartidos entre los dos sistemas, así que deberán ser más contundentes si pretenden enfrentarse.

—A no ser que vayan a recibir refuerzos, milady —dijo Bagwell.

—Exacto. —Honor sacudió la cabeza y miró su crono—. Bueno, ahora no tenemos tiempo de lamentarnos. Mercedes, te veo en la Dársena de Botes Uno. Fred, comienza cuanto antes con el informe de preparación.

* * *

El gran almirante Wesley Matthews se levantó para saludar al ver que lady Harrington entraba en su sala de reuniones. El almirante Henries había tenido un vuelo más corto y había llegado hacía unos minutos, pero aún estaba leyendo el informe cuando apareció lady Harrington junto con su jefe de personal y sus dos guardaespaldas. Matthews vio como los ojos de LaFollet observaban la sala de reuniones con una mirada amenazante, pero lady Harrington hizo que ambos guardaespaldas se retiraran al momento. Matthews supo apreciar aquel gesto, aunque no tenía ningún problema con sus guardaespaldas y el tema que iban a tratar no sería confidencial durante mucho tiempo.

Tampoco era algo con lo que estuviera deseando lidiar. El almirante Henries tenía treinta años-T más que lady Harrington, lo cual convertía a Matthews en el más joven de todos. Desafortunadamente, también era el oficial aliado con más antigüedad, y debía de tomar una decisión sobre la situación que se les planteaba.

—Siéntese por favor, milady —la invitó.

Honor ocupó el asiento que le había indicado. Mercedes se acomodó en la silla que estaba a su lado y encendió la pantalla para mostrar el informe, pero Honor fijaba su mirada en Matthews y levantó una ceja. El gran almirante tenía tiempo para una mirada franca, para poder expresarle a ella su preocupación antes de que Henries levantara la vista, pero hizo desaparecer su preocupación con una expresión de profesionalidad.

—No pensaba que fuera a caernos este marrón —dijo Henries con franqueza y Matthews asintió. Le molestaba que usara un lenguaje tan vulgar en presencia de lady Harrington, pero ella había oído cosas peores y ya estaba acostumbrada a Henries. Sir Alfred era un oficial muy competente, pero había comenzado como un mercader espacial y había conseguido su mando, su título de caballero, de la manera más dura. Aquello era más fácil en la RAM que en cualquier otra armada, pero seguía siendo un logro importante y aun conservaba una cierta brusquedad al hablar como si quisiera demostrar a la gente lo duro que era. Era muy bajo y algo ancho para los estándares de Mantícora, pero seguía siendo unos centímetros más alto que Matthews y sus ojos marrones mostraban una terrible preocupación mientras se pasaba los dedos por su corto pelo rubio tal como lo llevaban la mayoría de los graysonianos.

—¿Cómo demonios han perdido tanto tonelaje? —Henries continuó, haciendo eco inconsciente de las palabras que Honor había mencionado antes a Mercedes—. Y si tenían que usarlo, ¿por qué no lo lanzaron a Thetis? ¡Estoy seguro de que es más importante que una pelea sin importancia en Minette o Candor!

—Si es una pelea, sir Alfred… —dijo Honor con calma. Henries la miró y ella se encogió de hombros—. Tiene razón. Han enviado un siete por ciento del total de naves supervivientes del muro, a más de cien años luz de su frente, para usarlos en la conquista de dos sistemas que no son de vital importancia para nosotros. Me parece una manera muy estúpida de perder el tiempo, teniendo en cuenta que deben saber lo que les ocurrirá si el almirante Haven Albo se abre paso a la Estrella de Trevor. —El consenso de Henries denotaba un aire de incertidumbre—. No tengo problema en que el enemigo cometa actos estúpidos, sir Alfred, pero cuando se trata de algo tan disparatado como esto, no puedo evitar preguntarme si es que acaso hay algo detrás de todo esto que aún no hayamos visto.

—¿Cree que están obligando al conde de Haven Albo a debilitar sus fuerzas? —preguntó Henries—. ¿Quizá intenten que se aparte de su mando y contra ellos?

—Puede ser. O quizá estén intentando algo completamente diferente. La pregunta es el qué.

Henries asintió de nuevo, pensativo, tal y como Matthews pudo percibir. A pesar del vulgar vocabulario que utilizaba en presencia de Honor, sir Alfred siempre se había comportado con ella con el respeto que se merecía de acuerdo con la jerarquía graysoniana, a pesar de que su cargo permanente en Mantícora era tan solo de capitán. Era una de las cosas que Matthews admiraba de Henries, y probablemente era también un signo del respeto que la RAM le profesaba, con medio salario o sin él.

—Esa es la pregunta, milady —dijo el gran almirante—, pero como no sabemos la respuesta, la solución más inmediata es decidir cómo responder.

El pulsó un botón y se encendió el visualizador holográfico de volumen cónico definido por el sistema Binario Manticoriano, Clairmont y Grendelsbane. La mayoría de las estrellas eran de color verde como la Alianza Manticoriana, pero Minette y Candor eran de un rojo plomizo.

—Se dirigen hacia nuestro flanco —dijo él—. Imagino que deben de estar planeando las diferentes fases de ataque en Solway y Treadway, pero lady Harrington tiene razón; desviar algunas naves para que resulte efectivo les debilitará antes de llegar a la Estrella de Trevor. Si mantienen su fuerza en Nightingale, entonces deberán desviarse de Maastricht o Solon, y si debilitaran cualquiera de estos dos sistemas el almirante Haven Albo permanecería alrededor del flanco de Nightingale. No me los imagino haciendo algo así.

Honor y Henries asintieron. Los repos debieron darse cuenta de que la Estrella de Trevor era el verdadero objetivo de la operación del conde de Haven Albo, ya que la posesión del sistema de la República constituía una amenaza directa para el sistema Binario de Mantícora. Un superacorazado tardaría más de un mes en realizar un viaje por el hiperespacio para ir de un sistema a otro, pero la Estrella de Trevor también comprendía uno de los extremos del Agujero de Gusano de Mantícora, y un escuadrón de combate podía realizar el mismo viaje casi de manera instantánea a través de este pasadizo.

Acabar con esta amenaza era uno de los objetivos estratégicos de Mantícora, pero el Reino Estelar tenía más de un motivo. Si Haven Albo se establecía en el sistema, este pasadizo daría lugar a un acceso directo a Mantícora para uso de la Alianza. Si conseguían formar una base dentro de la República, la Estrella de Trevor representaría una posición avanzada, un puente para enfrentamientos futuros. El trayecto desde los astilleros del Reino Estelar a la base sería insignificante. No habría ninguna necesidad de apartar el convoy para proteger la larga cadena logística entre Mantícora y una base como Thetis; los buques mercantes podrían atravesar la Estrella de Trevor con total impunidad cuando consideraran necesario.

Todo esto significaba que los repos tenían que controlar el sistema y eso era precisamente lo que llevaban intentando hacer durante meses, lo cual hacía su escapada aún más inexplicable.

El gran almirante Wesley Matthews, pensaba para sí, hacia que la observación de lady Harrington fuera aun más pertinente. Si en principio resultaba tan descabellado, debía haber alguna explicación para lo que estaban haciendo.

—Bien, gran almirante —dijo Henries después de una pausa, con la mirada en el visualizador—, sea lo que sea, la única opción que tenemos es ir a por ellos. Son una amenaza para Doreas y Casca (ninguno de estos sistemas está más protegido que Candor) o podrían conectarlos y tratar de recuperar Quest, supongo. —El fornido almirante de Mantícora no dejaba de observar las estrellas verdes y rojas y suspiró—. Busquen lo que busquen, ¡han escogido dos objetivos que debemos recuperar!

—Quizá eso sea todo lo que andan buscando —dijo Matthews—. Como usted mismo dice, esperan que apartemos nuestras unidades del almirante Haven Albo para ello.

—Puede que sea eso lo que quieran —murmuró Honor—, pero deben saber que es muy poco probable que lo consigan. Deben de tener un orden de batalla muy precisa en relación al conde para saber que tenemos más naves del muro en otras zonas, como la flota manticoriana, o esta misma, por ejemplo, para sacarles de allí sin ningún esfuerzo. Pueden desproteger o debilitar otros sistemas para enviar fuerzas de socorro, pero podemos llevarlo a cabo sin debilitar al almirante Haven Albo. Y una vez vayamos a su auxilio, no correrán el riesgo de perder tantos SA para apropiarse de dos sistemas relativamente poco importantes y que están tan alejados de la Estrella de Trevor.

—Lady Harrington tiene razón, gran almirante —dijo Henries—. Todo lo que pueden conseguir es que perdamos tiempo en agrupar nuestras fuerzas. ¡Ah! —indicó—, si van hacia Casca, Quest o Doreas, pueden hacernos perder aun más tiempo, pero no tienen suficientes naves en el muro para arriesgar su defensa contra la superioridad numérica con la que les podemos atacar.

—¿Sabe ya qué es lo que están haciendo los repos en nuestro sistema, señor? —preguntó Honor y Matthews sacudió la cabeza.

—La verdad es que no. Lo único que tenemos hasta ahora son informes preliminares de los comandantes. Entiendo que el almirante Stanton y el almirante Meiner aún están ocupándose de los sistemas exteriores, pero tampoco podemos estar seguros de ello. Aunque según el último informe recibido, los repos no están llevando a cabo ninguna destrucción de las infraestructuras del sistema.

—Entonces quizá están planeando quedarse —dijo Henries—. Si creen que pueden retenerles, no querrán destruir nada que pudieran utilizar.

—Comprendo lo que dices —dijo Matthews—, pero seguimos sin saber qué es lo que planean. Y sea lo que sea, me da la sensación de que nuestro problema más inmediato es reforzar nuestro peso en los alrededores para poder acorralarles.

—Según el informe del almirante Stanton, dio varias vueltas, pero les hizo bastante daño de una sola pasada, señor. —Mercedes Brigham se hizo notar. Miró a Honor y señaló la pantalla que estaba frente a ella—. Perdió cuatro cruceros pesados y sufrió daños en el Majes tic y el Orion, pero acabó con uno de sus SA, golpeó un segundo con fuerza y sacó del mapa a un crucero de batalla para mayor seguridad. Saben que han sido interceptados, milady.

—Sí, pero hizo uso de casi todo su armamento para ello —aseguró Henries—. Puede patrullar el sistema exterior, pero no puede hacer nada más hasta que no le proporcionemos más misiles, además también tiene que preocuparse del resto de las naves. El almirante Meiner tiene las recámaras llenas, pero no tiene naves efectivas, y los cruceros de batalla no pueden ponerse a la altura de los SA.

—Pero nosotros sí que podemos —dijo Matthews. Honor y Henries le observaron y él utilizó los controles holográficos para señalar el visualizador con el cursor. Lo movió para señalar Grendelsbane, y las cifras demostraban con claridad la fuerza que la Alianza ejercía sobre el sistema.

—Como podéis ver, el almirante Hemphill cuenta con la mitad de estas unidades ocupando espacio en el flanco sur. —Arrastró el cursor hacia Clairmont—. Al mismo tiempo el almirante Koga tiene dos divisiones de superacorazados aquí. —El cursor se movió con agilidad hacia el extremo superior de la pantalla donde otra estrella aparecía como de la nada en el espacio—. Y el almirante Truman tiene una división de SA aquí arriba en la Estación Klien. Esto significa que podemos contar con seis naves del muro norte de Candor, aunque tardaremos algún tiempo en reunirías todas.

—¿Seis contra quince, señor? —Henries no podía esconder su estado de incertidumbre y Matthews sacudió de nuevo la cabeza.

—No, diecinueve frente a quince, sir Alfred —dijo él calmado—. Ya es hora de que Grayson mostrara cierto agradecimiento por todo lo que Mantícora ha hecho por nosotros.

—¿Señor? —Henries se enderezó en su silla y Matthews sonrió—. Sé que ha ordenado que dependamos del almirante Haven Albo, sir Alfred, pero debo cancelar esa orden. El Escuadrón de Batalla Dos estará bajo su mando y saldrá a Casca dentro de tres horas. Al mismo tiempo, enviaré informes al almirante Koga y al almirante Truman, para indicarles que se reúnan con nosotros tan pronto como les sea posible. Si los repos aun no se han adueñado de Candor, usted y yo debemos evitar que eso ocurra. Una vez que las otras divisiones vengan en nuestra ayuda, nos acercaremos y les expulsaremos de Candor. Después avanzaremos hacia Minette. Con un poco de suerte, podremos coordinarnos con el almirante Hemphill para recuperar el sistema, de modo que no tengamos que apartar ninguna nave de Thetis.

—¿Le ha comentado este asunto al protector Benjamín, señor? —preguntó Henries, observando al gran almirante con un profundo respeto—. Se trata de la mitad de nuestra flota, gran almirante, y con todos mis respetos, no ha tenido mucho tiempo para formar a su gente.

—Suficiente como para que el batallón de lady Harrington acabara con usted, sir Alfred —le recordó Matthews con una sonrisa—. El Batallón Dos ha recibido mucha más preparación que su escuadrón, por eso quiero enviarles a ellos a esta misión en vez de al Batallón Uno —añadió con un tono de disculpa hacia Honor, aunque sus ojos seguían observando a Henries—. Si podemos contra vosotros, los manticorianos, creo que podremos apañárnoslas contra los repos, ¿no crees?

—Sí, señor. Pues claro que pueden —dijo Henries con una leve sonrisa—. Pero se trata de una misión complicada para su Armada.

—Sí lo es. Pero cuento con la aprobación del protector.

—En ese caso, gran almirante, solo me resta decirle que nuestra reina le está muy agradecida. Muchas gracias.

—Ustedes habrían hecho lo mismo por nosotros, sir Alfred —dijo Matthews. Sus miradas se encontraron y el gran almirante observó a Honor— pero alguien debe quedarse aquí para vigilar la situación y…

Se encogió de hombros y Honor asintió en silencio. Una parte de ella deseaba ir con Matthews y Henries, pero sabía que él tenía razón. Había reducido el nivel de seguridad de Grayson a la mitad, y a pesar de los ejercicios y de las prácticas en el simulador, aun no estaban listos. Si alguien debía quedarse para «vigilar», como él había dicho, tenía sentido que lo hicieran aquellas unidades cuya efectividad era más dudosa.

Además era consciente de que a pesar de la inexperiencia de sus naves para trabajar en equipo, él estaba dejando a un lado al equipo de mando con más experiencia. Contaría con tres almirantes manticorianos muy veteranos: Koga, Truman y Henries en los cuales se podía apoyar, pero atrás dejaba a su almirante más experimentada —ella—. Junto con un capitán de mando igual de experimentado para cubrir la Estrella de Yeltsin. Sintió un escalofrío al meditar sobre la situación, pero después intentó hacerse a la idea. En el pasado había defendido el sistema con tan solo un crucero pesado y un destructor; así que esta vez no tendría ningún problema en hacerlo de nuevo, ¡esta vez, con todo un escuadrón de superacorazados! Especialmente, pensó con ironía, si esta vez Alfredo Yu estaba de su lado.

Sabía que debía hacerse a la idea, ya que cada amenaza a la que se enfrentara a partir de ahora sería mucho más fuerte que la amenaza de Masada hace cuatro años, pero se había obligado a olvidar aquello. Nimitz se movía nerviosamente sobre su hombro y ella le acarició las orejas aunque sus ojos seguían clavados en el almirante Matthews.

—La sustituiré, milady, pero principalmente por discreción. Además dejaré a un lado la patrulla de Endicott. Puede hacer uso de ellos, si lo considera necesario, pero preferiría que no colocara a Masada en peligro.

Honor asintió. La patrulla de Endicott no tenía nada más pesado que un crucero de batalla y si Endicott era estratégicamente menos importante que la Estrella de Yeltsin, Masada ni siquiera contaba con las fortificaciones orbitales de Grayson. Además, la más mínima reyerta podría tener consecuencias catastróficas si los repos se enteraban, Si conseguían apartar a la patrulla y acabar con las débiles bases orbitales que el Reino Estelar había colocado en la órbita de Masada, las fuerzas terrestres del general Mareel serían insuficientes para defender el planeta. Los repos apenas necesitarían acercarse por tierra; lo único que debían hacer era aislar el planeta de las fuerzas de ayuda exterior y presenciar cómo los fanáticos asediaban a Marcel y a su gente. La masacre resultante de estos infieles ocupantes y el gobierno de moderados que Marcel había establecido obligaría a Mantícora a organizar una expedición punitiva, la cual probablemente daría lugar a una larga y sangrienta guerra antes de que pudieran restablecer el control.

El efecto que generaría en la opinión del Reino Estelar sería catastrófica de cara al apoyo del público en relación a la guerra y el Gobierno de Cromarty, sin contar con el precio que pagarían en lágrimas y sufrimiento, tanto los de Masada como los de Mantícora.

—Comprendo, señor —dijo ella y Matthews asintió.

—Sabía que lo entendería —miró hacia delante y hacia atrás en dirección a sus almirantes sénior y júnior, después tomó aire y se balanceó sobre sus pies—. Muy bien… —observó a Honor mientras usaba una de sus frases favoritas—, pues manos a la obra.