EL VEINTE Y OCHO DE AGOSTO DE 1826

Los días del hombre ya se han ido,

los más bellos bienes están heridos,

se enturbia también la más libre mirada;

tú caminas solitario y te entristeces,

sin ser gozado el día desaparece

en una suerte aislada.

Si al rostro amigo me remito,

soy enseguida libre y bendito.

Con él el hecho es un festejo.

Un segundo viene a unirse

quiere colaborar y divertirse.

Se triplica así fuerza y consejo.

De afuera empuje indiscutido,

quedaos, amigos, en uno unidos.

Dad al día una alegre mirada.

Cread lo mejor infatigables;

si nuestros coetáneos son amables

eso queda al final dicha probada.

1826