A medianoche fui no de muy buen grado,
era un chico, por el cementerio de la iglesia
a la casa del cura, brillaban sin embargo
estrella tras estrella cada cual más bella;
a medianoche.
Cuando más lejos en la senda de la vida
tuve que ir a la amada, tuve porque se fue,
astro y luz boreal sobre mí debatían,
yo yendo y viniendo alegrías convoqué;
a medianoche.
Hasta que la luz de luna llena al fin,
tan clara y pura a lo sombrío me empujó,
también el pensamiento pronto, sensato, ágil
sobre lo pasado y lo futuro se enredó;
a medianoche.
1818