Norte, oeste y sur se dispersan,
tronos revientan, reinos tiemblan,
huye allá hacia el puro este,
y el aire de patriarcas prende,
mientras con amor, cantar y beber,
te rejuvenece la fuente de Chiser.
Allí, en lo puro y en lo justo,
a los géneros humanos presumo
poder llevar al origen primero,
donde aún de dios recibieron
palabras celestiales en terrenas
y no se rompieron la cabeza.
Donde a los padres bien honraban,
y cada servicio extraño negaban;
Del límite a los jóvenes contento:
la fe extensa, estrecho el pensamiento,
que la palabra tan importante era,
porque una palabra hablada era.
Con los pastores quiero mezclarme,
en los oasis quiero refrescarme,
cuando con las caravanas ande,
trataré con café, almizcle y chales.
Por cada sendero quiero pisar
desde el desierto hasta la ciudad.
Por desfiladeros arriba y abajo
siempre consuelan Hafis tus cantos,
cuando el guía encantado canta,
sentado del mulo en la grupa alta
para que se despierten las estrellas
y espantar a los que nos acechan.
Ir a los baños y las ventas quiero,
oh, santo Hafis, en tu recuerdo,
cuando el velo querido mueve
rizos de ámbar, agita y huele.
Sí, los susurros de amor del poeta
a las huríes en lascivas conviertan.
Queréis vosotros envidiarle esto
o tal vez incluso reprochárselo.
Sabed bien que palabras del poeta
del mismo paraíso por las puertas
siempre suave llamando se agitan,
solicitándose eterna vida.
1814