PERMANENCIA EN EL CAMBIO

Si a esta bendición temprana

ah, sólo un hora retuviera.

Pero una lluvia de flores desata

ya el tibio oeste inmensa.

¿Debo alegrarme de lo verde?

Al que sombras debo primero;

la tormenta dispersa en breve

lo que en otoño ya pálido veo.

¿Quieres coger esas frutas?

¡Toma ya tu parte a prisa!

Comienzan a estar maduras

y las otras ya germinan;

con cada aguacero ya

tu hermoso valle se cambia,

y en el mismo río, ah,

por segunda vez no nadas.

¡Ahora tú! Lo que se ha alzado

ante ti tal roca sólido,

muros ves tú, ves palacios,

siempre con otros ojos.

Desapareció la boca

que en besos gozaba,

aquel pie que en la roca

a la gamuza emulaba.

La presta, agradable mano

que al bien se movía otrora,

el miembro articulado,

todo es ya otra cosa.

Y lo que en aquel lugar ahora

se nombra con tu nombre

pasó por aquí como una ola

y al elemento corre.

¡Deja el principio y el fin

unirse en uno los dos!

Sobrepasarte a ti

más que las cosas veloz.

Agradece lo imperecedero

que las musas han prometido,

el contenido en tu pecho

y la forma en tu espíritu.

1803