Deseo agradecer a Robert Aickman, Tony Beck, Arthur Cullimore, Phil Edwards, Kay McCauley, Christine Ruth, Tim Shackleton, Carol Smith y John Thompson su ayuda y consejo mientras escribía esta novela. Me siento en deuda con Barry Forshaw, Peter y Susie Straub, y Thom y Alice Tessier, por su impecable hospitalidad durante mis viajes de campo a Londres. Y debo dar las gracias a Harlan Ellison por sus proezas de retentiva total.
No es necesario decir que el parvulario Otford es invención mía. En el momento de escribir esta novela no existía ningún cajero automático de Barclays Bank en Glasgow.