— LXXXII —

A CASTA

Tu voz es el aliento de las flores,

tu voz es de los cisnes la armonía;

es tu mirada el esplendor del día

y el color de la rosa es tu color.

Tú prestas nueva vida y esperanza

a un corazón para el amor ya muerto,

tú creces de mi vida en el desierto

como crece en un páramo la flor.