—Yo soy ardiente, yo soy morena,
yo soy el símbolo de la pasión,
de ansia de goces mi alma está llena:
¿a mí me buscas?
—No es a ti, no.
—Mi frente es pálida; mis trenzas, de oro;
puedo brindarte dichas sin fin,
yo de ternura guardo un tesoro:
¿a mí me llamas?
—No, no es a ti.
—Yo soy un sueño, un imposible,
vano fantasma de niebla y luz
soy incorpórea, soy intangible:
no puedo amarte.
—¡Oh, ven; ven tú!