Un hermoso sol penetraba a través de las persianas verdes y doraba las hojas de tres grandes rosales plantados en unas cajas de madera que había en la ventana de Maurice. Estas flores perfumaban un comedorcito, con una mesa servida, a la que acababan de sentarse Maurice y Geneviève. La puerta estaba cerrada, porque la mesa contenía todo lo que necesitaban los comensales.
Geneviève dejó caer en el plato una fruta dorada que sujetaba entre sus dedos, y soñadora, sonriendo con los labios mientras sus grandes ojos languidecían de melancolía, permaneció silenciosa. Luego, sus ojos buscaron los de Maurice, que estaban fijos en ella. Geneviève pasó su brazo por el hombro del joven y apoyó en él su cabeza con confianza y abandono.
Maurice sólo tenía que inclinar ligeramente la cabeza para apoyar sus labios en los labios entreabiertos de su amante.
Él inclinó la cabeza; Geneviève palideció y sus ojos se cerraron. Permanecieron así hasta que les sobresaltó el sonido agudo de la campanilla. Se separaron y entró el criado para anunciar que había llegado Lorin. Maurice dijo que iba a despedirle, y Geneviève le retuvo.
—¿Despedir a su amigo, Maurice? ¿A un amigo que le ha consolado, ayudado y sostenido? Que entre, Maurice.
—¿Cómo, usted permite?… —dijo Maurice.
—Yo lo quiero —dijo Geneviève.
Geneviève tendió su frente al joven; Maurice abrió la puerta, y entró Lorin, que al ver a Geneviève manifestó sorpresa, para expresar enseguida un respetuoso saludo.
—Lorin, ven y mira a la señora —dijo Maurice—. Estás destronado. Hubiera dado mi vida por ti, por ella he dado mi honor.
—Señora —dijo Lorin—, trataré de querer a Maurice más que usted para que él no deje de quererme.
—Siéntese, señor —dijo Geneviève sonriendo.
—Sí, siéntate —dijo Maurice, quien, teniendo la mano cerrada a la derecha de su amigo, dejó a su señora, tenía que llenar el corazón de toda la felicidad que el hombre puede aspirar en la tierra.
—¿Así que ya no quieres morir? ¿Ya no quieres suicidarte?
—¿Cómo es eso? —preguntó Geneviève.
—¡Oh! ¡Dios! —dice Lorin—, ¡el hombre es un animal versátil, y al que los filósofos tienen buenas razones para despreciar a su ligereza! ¡Aquí está uno! ¿Lo cree, señora? Anoche, saltando en el agua, declaró que no había ninguna felicidad posible para él en este mundo, y he aquí que lo he encontrado esta bonita mañana, feliz, sonrisa en los labios, la felicidad en el frente, vive en el corazón, delante de una mesa bien servida y bien es cierto que no come, pero eso no prueba que esté enfermo.
—¿Cómo?, —dijo Geneviève—, ¿quería hacer todo esto?
—Todo esto, y muchas otras cosas, te lo diré más adelante, pero por ahora estoy muy hambriento, es culpa de Mauricio, que me hizo correr todo el distrito de Saint-Jacques ayer por la noche. Permítanme coma de su almuerzo, que veo no ha tocado.
—¡Tiene razón! —exclamó Maurice con una alegría infantil—. ¡Almorcemos! Yo no he comido, y usted Geneviève, por lo que veo tampoco.
Lorin se sorprendió al oír este nombre.
—¡Ah! ¡Suponía que habías adivinado que era ella! —dijo Maurice.
—¡Por supuesto! Lorin —respondió cortando una gran rebanada de jamón blanco y rosa.
—Yo también tengo hambre, —dijo Geneviève, tendiendo su plato.
—Lorin —dijo Maurice—, la noche anterior me encontraba mal.
—¡Estabas mas loco que enfermo!
—¡Creo que eres tú el que está indispuesto esta mañana!
—¿Porqué?
—Porque aún no has recitado los versos.
—¡Déjame pensar…!, —dijo Lorin.
Lorsqu’il siège au milieu des Grâces,
Phébus tient sa lyre à la main;
mais de Vénus s’il suit des traces,
Phébus perd sa lyre en chemin[19].
—¡Bueno! Todavía se trata de una cuarteta, —dijo Maurice riendo.
—Te alegrará, que hablemos de cosas menos vanales.
—¿Qué sucede? Maurice —preguntó con ansiedad.
—Pues que dentro de poco seré guardia en la Conciergerie.
—¡En la Conserjería! —exclamó Geneviève—, ¿cerca de la reina?
—Cerca de la reina… creo que sí, señora.
Geneviève palideció; Maurice frunció el entrecejo e hizo una seña a Lorin.
He aquí que se cortó un nuevo trozo de jamón, el doble del primero.
La Reina había sido conducida a la Conciergerie, desde vamos a proseguir.