Anatole France
1844-1924

«Les dieux ont soif»
(«Los dioses están sedientos»)

Lo que en el último libro de este filósofo escéptico y estilista latino hacía y decía el Abbé Coignard, lo hace y dice con más libertad y casi con más elegancia el ciudadano Brotteaux que antaño fue contratante de aduanas y gran caballero galante, pero que, después de abandonar su título nobiliario, vive de fabricar pequeños muñecos en una buhardilla. Como antagonista le acompaña el monje Longuemare, y cuando Brotteaux proclama su ateísmo filosófico epicúreo tan elegante, y convincentemente, se le opone siempre con dulzura y firmeza el noble religioso lleno de carácter aunque limitado. Esto da lugar a un juego maravilloso, Anatole France no es un creyente, y así como antaño envolvía el escepticismo de Coignard en la fe del Abbé, ahora el ateísmo del ciudadano Brotteaux es secundado y compensado por la fe del barnabita Longuemare. Y así queda, como ya una vez en la «Tais» y como en los primeros libros de este francés tres veces pulido, como último elemento positivo una admiración melancólica y resignada de la inteligencia humana que sólo le sirve al lector para reconocer con más o menos resistencia la nobleza y fuerza interior de una fe personal y viva. Esta vieja lucubración de una vida llena de erudición no ha sido nunca explicada por el querido sabio con tanta delicadeza y matiz. Esta vez su monólogo pensativo est arropado en una historia de la gran revolución, y también contempla esta historia grande, violenta y terrible con su mirada inteligente un poco melancólica, que está tan llena de inteligencia aislada como de amor cálido y secreto por la vida.

(1913)