C. F. Meyer
1825-1898

En mis años de juventud las obras de Meyer me hicieron siempre una profunda impresión, sobre todo los poemas y algunas de las novelas cortas. Una de ellas «Leiden eines Knaben» («Penas de un muchacho») la volví a leer más tarde, así como «Der Heilige», («El santo»).

Una novela corta, que confieso no haber leído desde entonces, me impresionó profundamente a la edad de 19 ó 20 años. Se trata de «Die Hochzeit des Mönchs» («La boda del monje»), y es posible que la impresión sólo fuese tan poderosa porque esta novela corta era la primera pieza de la prosa de Meyer que yo leía. Y el hecho de que no la releyera jamás se debe sin duda de una manera semiconsciente al deseo de no devaluar una experiencia grande, incluso sagrada, con la repetición y el análisis posterior.

La actitud de aquella novela corta, sobre todo su lenguaje firme, algo violento, latinizante, me impresionó entonces y jugó un papel en mi propia formación y autoeducación artísticas. Sin embargo, cuando hago memoria, he olvidado el «contenido» de aquella historia en su mayor parte. Lo que quedó de aquella primera impresión son en realidad algunas pocas imágenes, y el sonido de aquel lenguaje rigurosamente estilizado, trabajado. Cuando trato de recordar la experiencia de aquella primera lectura veo siempre lo mismo, una imagen profundamente grabada: la del enjuto Dante que en Verona, en el destierro, relata junto al fuego de la chimenea, sombrío y severo su historia. El perfil firme, duro de esta figura que encierra tanta soledad, amargura, resignación y voluntad templada, es para mí símbolo y jeroglífico del estilo y arte de C. F. Meyer.

(1923)