W. M. Thackeray
1811-1863

Con asombro nos enteramos de que tesoros como los relatos del criado Yellowplush han sido traducidos ahora por primera vez al alemán. Thackeray no es un escritor por el que se entusiasme la juventud, es, con sus observaciones implacables y su ironía siempre despierta, el amigo de los silenciosos y el consolador de los desilusionados. Disfruta destruyendo ilusiones, es para él un placer, no siempre disimulado, sorprender debilidades y descubrir deslealtades, pero eso no le ha convertido nunca en un sarcástico pesimista de profesión, para eso tenía demasiado humor y demasiado respeto a los verdaderos valores, sólo hay que recordar la delicadeza con que habla de las experiencias y las almas infantiles. Se había olvidado demasiado en la época del naturalismo moderno y, más aún, en los años de la literatura de los estetas que Thackeray es un maestro en caracterizar tipos y en iluminar abismos sicológicos; ahora el viejo maestro reaparece fresco e indestructible y agradecemos la fuerza de su relato y el escepticismo confortante y sabio de su filosofía nítida y fría.

(1912)