Clemens Brentano
1778-1842

Las obras de Brentano

Hay grandes poetas que son desconocidos y otros que son incomprendidos. La diferencia es ésta: los poetas desconocidos son editados y leídos poco, pero sobreviven comprendidos y queridos en un pequeño círculo de discípulos fieles. A estos poetas pertenece Novalis, pertenecieron hasta hace poco Hölderlin y Jean Paul. Los poetas incomprendidos tienen nombres famosos, pero no sólo no son leídos por el pueblo, sino que tampoco son saboreados ni comprendidos verdaderamente por los conocedores profesionales, los historiadores y filólogos; sobre ellos se leen en las historias de literatura palabras circunstanciales que unos copian de los otros.

Entre estos incomprendidos se cuenta desde hace cien años Clemens Brentano. Su vida y su obra se dividen en dos mitades desiguales entre las que se encuentra su conversión. Ni la vida religiosa del Brentano tardío y devoto fue entendida por nuestros críticos, ni la latente, pervertida de su primera época profana, genial. También Alfred Kerr ha fracasado en este aspecto en su célebre libro sobre «Godwi». Cosas más acertadas e inteligentes que él y que todos los historiadores protestantes dijo el jesuita J. B. Diel sobre el alma de Brentano, pero a él le faltó el verdadero interés por el creador y artista Brentano.

Los dos Clemens, el joven impetuoso y el viejo devoto, siguen conservando sus rostros que a pesar de toda la casi grotesca diversidad tienen en común el rasgo más importante: tanto el comediante genial Clemens como el rígido y desilusionado penitente contemplan el mundo con profunda y fantasmagórica extrañeza, ninguno de los dos se siente a gusto en él. Uno se burla de él, el otro lo huye pero ambos viven en otra realidad que la nuestra, y entre nosotros no encuentran patria.

(1921)