Joh. Gottfried Herder
1744-1803

Herder el clásico más olvidado, es evocado una y otra vez, y con razón pues pertenece a los espíritus que como incitadores, profetas, amonestadores y maestros vivificantes, ayudaron a educar a la Alemania de la época de esplendor de Weimar y del romanticismo.

Los escritos juveniles de Herder causan más impacto que los posteriores. La actitud tempestuosa genial y primaveral de su lucha contra el espíritu moralizante convertido fácilmente en esquema degenerado de la ilustración, será siempre el tono fundamental que sentiremos cuando se cite el nombre de Herder. Y su filosofía esbozadora y premonitoria del lenguaje, junto con su avance y ejemplo como traductor, han influido y fecundado sin duda profundamente la época genial de la filología alemana hasta Humboldt. Hoy contemplamos con más escepticismo su voluntarioso concepto de la historia y los pensamientos fundamentales de sus «ideas», aunque precisamente entonces actuaron de manera innovadora. Su entusiasmo por lo vivo y lo dinámico en la historia y su aversión a la racionalización ilustrada de la historia no le impidieron filosofar a veces con bastante parcialidad sobre la historia. Algunos de los primeros escritos de Herder, especialmente el diario de viaje, son fáciles y encantadores de leer y no requieren ninguna guía para el lector; penetrar hasta el conjunto del espíritu de Herder es sin embargo para todo el que lo intente una empresa muy ardua. Existe una peculiar contradicción, a menudo estimulante, a menudo también decepcionante entre el Herder que el bienintencionado lector se imagina después de la lectura, del diario de viaje por ejemplo, y después de los recuerdos de Goethe sobre Herder en Strassburg, y el Herder muy difícilmente accesible de las obras completas, y la dificultad no se encuentra solamente en el gran número de volúmenes de estas obras.

(1936)