«Diario londinense (1726-1763)»
El famoso biógrafo del Dr. Johnson, un escocés sanguíneo, que en realidad no era ni un hombre ni un autor verdaderamente importante, y que sin embargo consiguió que los ingleses le apreciasen y quisiesen tanto que el descubrimiento de sus diarios que se creían perdidos, casi ciento cincuenta años después de la muerte del autor, constituyó una enorme sensación. Una parte muy característica de estos apuntes de un personaje original, simpático y algo peculiar, es el diario de aquel año londinense, en el que el joven y temperamental Boswell, al que su desconfiada familia ata corto, trata de abrirse camino en la capital. Encontramos ahí muchas cosas curiosas y dignas de saberse sobre las costumbres, anécdotas de la sociedad y la literatura, aventuras amorosas, páginas de entusiasmo y de una alegría ingenua por la vida y el propio yo, páginas de duda y de depresión, y lo encantador es precisamente la caprichosa variedad y diversidad. Este joven lleno de vida era tan literato que opinaba que vivir más de lo que se puede escribir es tan inútil como sembrar más trigo del que se puede recoger.
(1952)