«Gargantúa y Pantagruel»
El muy renombrado pero poco leído Rabelais es puesto así de nuevo al alcance de los lectores alemanes en una versión íntegra, y los pantagruelistas alemanes podrán alegrarse. La fama de Rabelais como pornógrafo, blasfemo impío y grotesco boticario inmundo, podrá ser pésima, y el gusto burgués podrá indignarse con toda razón ante sus obscenidades a veces realmente escandalosas; sin embargo, es cierto que nunca un escritor ha alabado y amado la vida con más fuerza y más embriaguez que este terrible Rabelais. Contra todo lo que parece enemigo de la vida y destructor de la felicidad dirige su sátira violenta y rica en imágenes. En cambio todo el gusto, todo el placer, toda la vitalidad que se manifiestan fuertes y audaces en la sensualidad y el intelecto tienen en él a un admirador y predicador ardiente. Por desmedido que sea su panegírico a la vida, por basto que sea su humor, por embriagador que sea su entusiasmo por las jugosidades y turgencias, sigue estando, a pesar de todo, maravillosamente vivo y un capítulo de Gargantúa puede servir a un lector actual perfectamente para reponerse de la resaca que produce la lectura de la problemática literatura actual.
(1910)