«Leviathan»
(«Leviatán»)
Aquí tenemos a diferencia de casi todos sus colegas a un joven intelectual y poeta que no sólo está sinceramente de acuerdo con la decadencia de Occidente sino que también desea ardientemente la desaparición de la humanidad en un próximo futuro. Y lo hace en el tono impertinente del desesperado moderno que ha visto y probado la guerra y todas las perversidades de nuestro mundo actual, es decir, con un pesimismo justificado y legítimo y una agresividad comprensible. Eso sólo no sería en sí interesante pues a la resaca universal no le faltan medios de expresión. Pero aquí un verdadero poeta nos lanza a la cara su asco y ya el título «Leviathan», saturado de asociaciones de Job e Isaías, pero también de J. Green, promete ser más que un folletón existencialista. Este joven e insolente poeta de mucho talento, que ya en preexistencias míticas acabó con Platón, reconoció al demonio Leviathan y se dedicó a cálculos sobre la liquidación de la humanidad, es un verdadero visionario un poco amenazado y quizás peligroso. Y tampoco su amor subrayado un poco coquetamente por lo aparentemente exacto, la matemática y la astronomía es el amor ingenuo del lógico creyente, sino el ardiente y nervioso amor del soñador y hereje.
(1949)