«Fabian»
En este relato simpático y grácil el autor deja pasear en medio del Berlín demencial de hoy a un hombre, ni muy fuerte ni muy hábil, pero que es una persona: uno que aún no ha enloquecido, que posee aún un corazón y un juicio sano. También él está ya un poco doblegado y desfigurado pero a donde él llega resplandece la humanidad, brilla un recuerdo reminiscente de cualidades que aún hace poco existían por todas partes y que ahora sólo posee uno entre un millón. Su retrato y las muchas estampas berlinesas dibujadas ligera y delicadamente han sido creados con puro entusiasmo de artista, con cierta buena intención, con cierta moral, pero no desfigurados por ellas. Lo actual no podía decirse de una manera más atemporal que aquí, se habla de infierno y manicomio, pero suena como música: ha pasado por el filtro del arte, y se ha llenado de gracia.
(1932)