Georg Heym, uno de los precursores, animadores y líderes secretos de la poesía alemana más joven, se ahogó patinando sobre hielo en el año 1912 cuando a penas tenía 24 años. Al leer hoy de nuevo sus poemas, resulta casi increíble que Heym muriese antes de la guerra mundial, porque en su lírica presiente lo que va a venir, con más fuerza que ningún otro de los jóvenes de entonces (Trakl quizás excluido). Como un barómetro sensible, esta alma que sentía profundamente revela las mismas conmociones, las mismas catástrofes que fueron vividas después por millones de seres humanos. Georg Heym se merece esta edición en homenaje de su obra poco extensa, sobre todo porque en los diez años desde su muerte ninguno de sus contemporáneos, a pesar de los poderosos talentos que hay entre ellos, ha alcanzado una especie de liderazgo, ni se ha convertido en representante de esta generación. También hoy la poesía de Heym habla sobre todo a los jóvenes de veinte años. Más que muchas manifestaciones ruidosas y aparentemente actuales de los más jóvenes me parece nacida del núcleo de la juventud y del futuro alemanes.
(1922)