«Der Mensch und der Glaube»
(«El hombre y la fe»)
Si contemplamos los intentos de nuestro tiempo de reflexionar, dejando a un lado las desdichadas especializaciones y los partidos, sobre los fundamentos de la humanidad, la fe, el espíritu y la moral, vemos que los logros notables y fundamentales no parten de los imitadores, ni de los neutros, no de los predicadores legitimados y responsables de una humanidad universal e idealista, sino por el contrario de los representantes de la más antigua tradición. Existen algunos pocos espíritus en la Europa de hoy cuya tarea no es disolver los valores tradicionales de la religión histórica en bonitos artículos de folletón, sino restablecerlos precisamente en sus rasgos característicos, no para separarse humanamente y para proclamar un cristianismo sólo para católicos o para protestantes etc., sino para revelar y recordar a la humanidad de manera nueva y responsable, a través de la exposición rigurosa, los rasgos más profundos y esenciales de cada fe. Hoy quisiera aludir en este contexto, al libro de un católico destacado, Romano Guardini: «Der Mensch und der Glaube». Este libro importante y profundo se subtitula «Notas sobre la existencia religiosa en las grandes novelas de Dostoievski». Opino que es el único de los muchos libros sobre Dostoievski que brota del fondo de estas obras prodigiosas e inquietantes, y que capta el secreto profundo de su esencia. Está escrito desde la plena responsabilidad del católico y, sin embargo, hace justicia con admiración y amor al aspecto ruso e incluso asiático del autor; lo más vivo en este libro emocionantemente vivo es la lucha entre las formulaciones claras y exactas de la fe católica, y el respeto al misterio y su gran escritor. El mundo agitado y pleno del profeta no es aprisionado violentamente en las categorías del lenguaje conceptual romano, sino que es iluminado e interpretado desde ellas.
(1933)
«Christliches Bewusstsein. Versuche über Pascal»
(«Conciencia cristiana. Ensayos sobre Pascal»)
Entre los autores católicos que analizan los candentes problemas religiosos y que tratan de iluminarlos en el sentido de la Iglesia, quizá sea Romano Guardini el que más me gusta. Los lectores recuerdan su libro sobre Dostoievski («Der Mensch und der Glaube»); ahora se ha publicado uno nuevo: «Christliches Bewusstsein. Versuche über Pascal». Un libro cuya espiritualidad no sólo busca la «netteté» de la que habla Pascal, sino que la posee, un libro de gran limpieza y tacto. Lo que me gusta de Guardini sobre todo es la manera elegante con que une su interés por los problemas actuales y protestantes, incluso una cierta debilidad por estos problemas, con la actitud firme del que está comprometido con la Iglesia. Tiende menos que ningún otro de los autores afines a la arrogancia espiritual. Y me gusta especialmente en él que por ejemplo sea capaz de entender, e incluso de sentir la desesperación de la actual teología dialéctica, sin renunciar por ello a su fe en el hombre, esa fe antigua, auténticamente católica en el hombre que dice que éste no sólo es pecador y malo, sino también criatura de Dios y desde su origen orientada hacia él. Sabemos de sobra de qué maldades es capaz el hombre y cuánta razón habría para desesperar de él; se puede experimentar esta desesperación sin abandonar el ámbito de lo terrenal. Pero hacer de esta desesperación el centro y la conditio sine qua non de toda la existencia cristiana, es algo que a mí como protestante también me repugna profundamente, y si no me confirmase en ello cada encuentro con la bondad humana (no cristiana sino natural), lo haría cada compás de una música de Bach o Händel. Pero ése es otro tema. El libro de Guardini trata de uno de los fenómenos más emocionantes: el intento de conquistar el conocimiento de Dios, de llevar a cabo la entrega a Dios por el camino del conocimiento puro. Para asignar a Pascal su lugar en la historia de estos intentos cita dos intentos parecidos de otros siglos: la «prueba ontológica» de Anselmo, y la «paradoja absoluta» de Kierkegaard, el punto de partida de la «teología dialéctica». Me gustaría reproducir aquí en su totalidad el capítulo en el que se comparan estos dos intentos apasionados. El que considere importantes estos problemas, no debe perderse el libro de Guardini.
(1935)