Oskar Loerke
1884-1941

«Prinz und Tiger»
(«Príncipe y tigre»)

Cuando del cielo cubierto cae un rayo de sol en una callejuela oscura, da igual donde cae: en el casco de botella en el suelo, en el cartel desgarrado de la pared, o en los cabellos rubios de un niño: trae luz, trae un efecto mágico, transforma y transfigura. Así es la mirada del poeta Loerke sobre la vida cotidiana de personas pobres que viven una vida difícil: se iluminan, respiran luz, exhalan alma, en cuanto la mirada del poeta cae sobre ellas. Pues esta mirada es amor. Y el poeta sonríe satisfecho pues no desea otra cosa que este hechizo efímero del alma. No desea otra cosa que, como dice él mismo, recoger caracolas aquí y allá, y oír en ellas el ruido del mar.

(1920)

«Tagebücher 1903-1939»
(«Diarios 1903-1939»)

Este bonito y espléndido tomo, quinta publicación de la «Deutsche Akademie für Sprache und Dichtung» («Academia alemana de la lengua y la literatura») editado por la entidad que representa el conocimiento y la conciencia literarios de Alemania occidental es, sin duda, un intento de reparar una gran injusticia y desgracia. Pues para Alemania, exceptuando a un pequeño círculo de colegas y eruditos, Oskar Loerke no sólo es un autor momentáneamente olvidado, sino un autor que en su vida —vivió y escribió en el centro del mundo literario alemán— tampoco encontró reconocimiento y éxito. Se puede decir sin exagerar que el pueblo de los escritores y pensadores ha dejado una vez más vivir, escribir y morir desconocido y desaprovechado a un talento y un carácter del máximo rango.

Oskar Loerke nació en 1884 y murió en 1941 e influyó sobre la literatura alemana de su época, que sólo le concedió una importancia marginal, de manera intensa y fructífera, como poeta, crítico, lector y coeditor, espíritu de la editorial berlinesa S. Fischer. Como fuerza lírica creativa más fuerte junto a Trakl y Benn, fue durante años un rey secreto de la poesía moderna vanguardista, un innovador cien veces imitado, modelo y padre de los mejores de su generación y de la siguiente. Sin embargo, le fue negado el éxito público, había llegado demasiado pronto para ser entendido más allá del pequeño círculo de una élite. De su gran obra lírica en siete tomos, se puede decir que hoy es aún un tesoro por descubrir. De estos siete tomos de los que partió en secreto un efecto tan grande, no existe hoy ninguno. Sólo una selección muy breve en un tomo delgado, recopilada por H. Kasack ha sido publicada recientemente por S. Fischer y constituye uno de los libros alemanes más importantes del pasado año.

Aparte de sus poemas y de algunas narraciones Loerke escribió sobre todo ensayos críticos y especulativos; citemos junto a su libro sobre Bruckner el maravilloso libro «Hausfreunde» («Amigos de la casa»), una colección de semblanzas, entre ellas las de Stifter, Jean Paul y Rückert que me resultan especialmente queridas. Tampoco este libro existe ya, y parece olvidado. Uno se asombra y avergüenza.

Oskar Loerke encontró como autor y poeta el amor y la admiración de los mejores de sus colegas, pero nunca alcanzó éxitos ni ediciones. En lugar de escribir con tranquilidad sus nobles libros y vivir de ellos, sirvió durante toda su vida como lector, consejero, crítico y precursor a otros autores, que raras veces estaban a su altura. Fue lector de la poderosa editorial S. Fischer que tuvo la asombrosa suerte de tener como colaboradores, en Moritz Heinemann y Loerke, a los dos observadores, asesores y promotores más atentos, sensibles y concienzudos de la literatura alemana.

Con todo lo valiosa y beneficiosa que fue esta actividad crítica de tantos años, a pesar de que le proporcionó tantos y tan valiosos amigos, para un espíritu no sólo crítico, sino sobre todo creativo, fue una carga tremenda, incluso un martirio. En sus notas de diario lo expresa una y otra vez, ya como suspiro malhumorado, ya como queja conmovedora. Por ejemplo: «El tonel de las Danaides de la lectura es desesperante. Siempre llegan manuscritos nuevos. No se puede dar abasto. Días, noches, todo el trabajo propio es devorado». (30 de noviembre de 1931).

A través de innumerables anotaciones de sus diarios puramente privados, escritos sin ninguna intención de publicación, llegan hasta el lector de manera conmovedora y angustiosa la miseria y la tragedia callada de esta vida. Fue una vida difícil, dura y a menudo desesperada, la que tuvo que sufrir este noble escritor entre las exigencias de su talento creativo, las pesadas cargas y responsabilidades de su oficio y los sufrimientos de una enfermedad del corazón.

Este libro conmovedor nos cuenta cómo salió airoso de esta lucha. A menudo el sufrimiento, la renuncia, la decepción parecen predominar sobre todo lo demás, pero una y otra vez este hombre paciente, resignado en su difícil camino aparece abierto y agradecido a las llamadas de la belleza del espíritu, de la música, de la naturaleza, del amor y hasta el final su sentimiento y su pensamiento permanecen fieles a sí mismos, valientes e incorruptibles.

Hermann Kasack, amigo, discípulo y colaborador de Loerke, le ha erigido con este libro (en el que se pueden encontrar casi todos los nombres famosos de la literatura y del arte alemanes de su tiempo) un monumento. Junto con la citada selección de los poemas de Loerke constituye el legado de un gran corazón y un gran espíritu, al que su época no hizo justicia. Pero la cosa no debería quedar ahí. Deberían seguir por lo menos otro volumen de poemas y un volumen con ensayos escogidos.

(1956)