Max Brod
1884-1968

«Das grosse Wagnis»
(«El gran riesgo»)

Nosotros los escritores hemos pasado grandes dificultades durante esta guerra. Los que pudieron refugiarse en la borrachera colectiva siguieron ese camino y con ello se sentenciaron. Propagaron la borrachera, sembraron el odio, idolatraron el poder. Nosotros no encontramos, aparte de convulsiones impotentes de rebeldía, otro camino que el que conduce a nuestro propio interior. Nosotros tratamos de construir desde el espíritu un mundo nuevo, desde nosotros mismos, desde nuestros sueños, desde nuestra fe que a pesar de todo estaba aún viva. Muchas obras que aún se encuentran ocultas se habrán creado así.

Una de ellas, que después de la guerra y la censura ha encontrado el camino hacia la luz, es el nuevo libro de Max Brod. Una novela fantástica, pero no de las que construyen lo fantástico con técnica experta, fríamente, desde fuera, sino una descripción de experiencias interiores, una secuencia de imágenes de los laberintos del inconsciente, guiada por el amor; por lo demás, violenta y estridente, un verdadero diario del sueño. Lo que nos dan estos libros no es lo que reclama hoy todo el mundo. El mundo reclama claridad, nuevas pautas, nuevas leyes, nuevas alternativas de comunidad y de vida para la perturbada humanidad. Pero las nuevas luces y leyes serán sombras, como lo fueron las antiguas del poder y de la guerra, si sólo surgen de la técnica y la necesidad externa. Tienen que nacer del autoconocimiento. Y sólo el camino hacia el propio corazón nos lleva a cada uno de nosotros al autoconocimiento. El caos de nuestros sentimientos, después del hundimiento de los ideales antiguos es una situación con la que tenemos que contar, que tenemos que conocer, cuya miseria y origen tenemos que comprender. Para eso los escritores siguen siendo nuestros guías.

La obra desesperada de Max Brod muestra, como un ejemplo entre muchos, el estado actual del intelectual, su anhelo ardiente, su amarga desilusión, su impotencia angustiosa. Todos tenemos sueños parecidos a los suyos. Todos buscamos caminos parecidos para avanzar. Por eso damos la bienvenida a su libro. No es una gran obra de arte. No es una guía hacia nuevas situaciones claras. Pero late en él un corazón, un gran amor desesperado.

(1919)

«Franz Kafka, eine Biographie»
(«Franz Kafka, una biografía»)

El escritor Franz Kafka, uno de los fenómenos más sorprendentes de su época como hombre, poeta y religioso, tuvo un destino singular: sólo una parte muy pequeña de sus escritos llegó a la luz pública en su vida; la mayor parte de su obra, entre ella sus tres novelas, quedó a su muerte como manuscrito, y con la orden expresa al albacea de destruir estos manuscritos. Este albacea es Max Brod, uno de los amigos más viejos y fieles del escritor, y él asumió la responsabilidad de no ejecutar la orden del muerto y entregó al público la obra de Kafka primero en volúmenes sueltos, luego en los seis bonitos tomos de la edición completa. Lo hizo después de serias luchas con su conciencia, y nosotros tenemos motivos de sobra de estarle agradecidos por su acción. Desde entonces se ha escrito mucho sobre Kafka, su obra ha encontrado interpretaciones múltiples, en parte contradictorias, especialmente en el aspecto religioso. El efecto de sus escritos incomparables durará largo tiempo, aún está en sus principios.

El primer paso de una biografía, al margen de algunas pequeñas publicaciones en revistas etc., se hizo en el sexto tomo de sus obras completas que, publicado por Brod, contiene mucho material biográfico. Y ahora se publica la primera biografía verdadera del escritor, una obra de la amistad y la admiración, un libro que permite correcciones y ampliaciones, pero que así como se nos presenta ahora significa algo único y precioso, ya sólo porque proviene del mejor amigo de Kafka, porque nos trae el recuerdo directo de la presencia y de la manera del escritor, el sonido de su voz, la respiración de su personalidad. Aún se escribirán algunas biografías de Kafka, pero todas tendrán que inspirarse en este libro de Max Brod y sus anexos (algunas fotos, así como notas de Kafka y necrológicas de amigos).

En este libro reina un espíritu simpático, amable, un espíritu inspirado por el mismo Kafka, un sentido amoroso por lo vivo y único. Max Brod da también una interpretación del fenómeno Kafka, pero lo hace con cuidado, sin ninguna violencia, y frente a las interpretaciones anteriores de Kafka, a las que sin duda seguirán aún muchas, Brod subraya con insistencia afectuosa siempre lo positivo, lo vital y optimista en el arte y la vida de su amigo. Con ello no sólo honra el recuerdo del amigo desaparecido, sino que también tiene objetivamente razón. Es fácil construir a partir de los escritos de Kafka a un ser absolutamente pesimista, demoníaco, obseso y sin duda Kafka fue un hombre que sufrió y dudó en sumo grado, un hermano de Job, pero lo asombroso y cautivador de sus obras no es que sufriese y dudase tanto y tan profundamente, que captara la ambigüedad del hombre y la ambigüedad del bien tan radicalmente, lo extraordinario es que lo hizo totalmente como escritor, que en todo el dilema y la tristeza fue siempre un escritor, un amante y exaltador de la vida, un devoto, un amigo de la belleza y un maestro de las imágenes. Brod ha captado precisamente este aspecto maravillosamente y ha añadido a lo que nosotros lectores de Kafka ya sabemos sobre su humor, su vocación por el arte puro, por el juego encantador, una cantidad de pequeños rasgos inolvidables, cautivadores, fascinantes de la vida privada de Kafka.

A todo lo que ha hecho Max Brod por su gran amigo y su obra, se añade esta biografía como un valioso regalo.

(1937)