«Der Mann ohne Eigenschaften»
(«El hombre sin atributos»)
Tras un largo silencio aparece Musil, del que hace aproximadamente quince años conocimos una prosa inolvidable, con esta novela de mil páginas. Esta obra curiosa, sutil y muy contemporánea es mucho más austríaca que son inglesas las novelas de Huxley, es austríaca en todo su espíritu, no sólo en el matiz, y sin embargo va más allá, se convierte en un gran intento de alcanzar Europa a través de Austria. La dualidad de todo el libro, la constante y vivaz alternativa entre una manera poética de ver el mundo puramente individual, libre, caprichosa e irresponsable y una moral racional, supraindividual, responsable es única y más original y profunda que en Huxley. Constantemente un investigador muy concienzudo, extremadamente exacto, está a punto de escapar caprichosamente de su trabajo hacia el infinito, y un poeta que constantemente busca desde la caprichosa libertad de su fantasía las ataduras y raíces en lo social parece responderle. ¡Que un libro tan archiintelectual pueda ser al mismo tiempo tan poético!
(1930)
La gran novela cuyo primer volumen se publicó hace más de un año, tiene por autor a uno de los hombres más claros y originales de la literatura alemana actual, y además a uno de los más brillantes estilistas. En el fondo tiene el mismo tema que el «Radetzkymarsch» de Joseph Roth. Pero mientras Roth, con una objetividad magistral, admirable y neutral, deja caminar hacia el desastre como pobres marionetas a los hombres de la Austria de 1914, Musil nos gana para su héroe que no representa un tipo, sino que es una personalidad totalmente vivida y única. Puede que un amigo admirado haya servido de modelo a su «Mann ohne Eigenschaften», puede que sea autorretrato o ideal del autor, en todo caso es un hombre poco frecuente, situado fuera de su marco sociológico, un hombre con carácter y destino propios que después de la lectura no recordamos como un personaje de libro, sino como un ser vivo, con el que nos ocupamos y al que estudiamos. Naturalmente que este libro es también, como el de Roth, un cuadro de la época, pero se encuentra más cerca de los «Schlafwandler» («Sonámbulos») de H. Broch con el que tiene en común el reproche sicológico-moral y en parte el método analítico. Sólo que Musil es más poeta y eso da sustancia e incluso calor a su mundo un poco vítreo; frente al intelecto analítico se alza domador el arte. La situación y las costumbres austríacas de 1914 están dibujadas con una pluma ligeramente caricaturizante, en el personaje de Arnheim está trazado con brillante ironía el industrial alemán diferenciado del tipo Rathenau, que propugna el matrimonio del alma y la economía, pero también esta figura se queda fuera de la esfera de singularidad y tragedia que está reservada al héroe, al hombre sin cualidades. En este personaje no confluyen sólo talento e inteligencia, cultura y virtuosismo, sino también sangre, también amor, es experiencia, probablemente la gran experiencia decisiva del propio autor.
(1933)