C. G. Jung
1875-1961

«Wirklichkeit der Seele»
(«Realidad del alma»)

Entre los sicólogos actuales ocupa una posición singular el siquiatra zuriguense C. G. Jung, uno de los discípulos más brillantes de Freud, que en su día, poco antes de la guerra, causó sensación como autor de las geniales «Wandlungen der Libido» («Transformaciones de la libido»), que luego se enemistó con Freud y se separó de él, y que por fin fundó una sicología en cuyo centro se encontraban sus dos hallazgos: «el inconsciente colectivo» y los «tipos sicológicos». Su teoría de los tipos es seguramente la que le ha hecho más famoso. No obstante no es fácil hacerle justicia desde lejos, pues Jung no es exclusivamente, y ni siquiera en primer lugar, un teórico, es sobre todo médico y maestro de su comunidad, y su obra más reciente, «Wirklichkeit der Seele», aparece con colaboraciones de algunos de sus alumnos y amigos. Desearíamos de Jung una obra sistemática, sus «Conferencias» adaptadas a las necesidades folletonísticas del público y otros cumplidos al espíritu del tiempo, aunque irónicos, son un poco decepcionantes. No obstante el libro contiene los suficientes elementos valiosos, nuevos y buenos, como para merecer nuestra atención seria. Un ensayo nos orienta sobre la postura actual de Jung respecto a Freud, y todas las conferencias y ensayos se esfuerzan en encuadrar la sicología de Jung en la ciencia y la vida intelectual de hoy. Desde un punto de vista práctico y médico esta sicología con su adhesión a la «realidad de lo síquico» y su respeto a la sabiduría del inconsciente suprapersonal, tiene ya desde hace tiempo su lugar fijo en el mundo, y no se puede ignorar; sin embargo su incorporación a la ciencia actual no se ha llevado aún del todo a cabo, y de eso tratan precisamente estos volúmenes de ensayos. El tono es quizás un poco más profesoral que antes, Jung tiene ahora sesenta años y ya no es un outsider menospreciado, sino una eminencia reconocida oficialmente, y con todo lo bonito que esto es, echamos un poco de menos el carácter singular y excéntrico del «oculto» Jung de años pasados. En fin saludemos cordialmente su libro y a él mismo en su 60 aniversario. Después de Freud ningún siquiatra actual ha impulsado más que él la comprensión de la esencia de la sique, Jung no se detiene en sus mecanismos y no la trata como ciencia natural, sino como filosofía. Pero su experiencia como médico lo salva de una tendencia hacia el academicismo; una y otra vez, también en estos nuevos trabajos, extrae de su praxis siquiátrica una desconfianza ante la teoría pura y una espontaneidad original de su manera de ver las cosas. Y a veces, como en el ensayo sobre «Ulysses» de James Joyce, alcanza una altura y una pluralidad mágica de la contemplación por las que lo admiramos.

(1931)

En un ensayo sobre Freud, C. G. Jung se burla a veces del término formulado por Freud de la «sublimación». Para nosotros que no somos sicólogos, y para los que el respeto profundo no es algo risible, no hay en la historia de la humanidad nada más interesante, incluso nada que fuera más importante que precisamente el proceso de la sublimación. Que en ciertas circunstancias el ser humano sea capaz de poner sus instintos al servicio de objetivos supraegoístas, espirituales, religiosos, culturales, que se entregue al espíritu, que existan santos y mártires, es para nosotros lo único consolador y positivo en la historia universal, y es lo único que queda de ella. Que la sublimación no es, como dice Jung por rencor hacia Freud, una palabra vacía sin sentido, sino que existe, actúa y merece nuestro mayor respeto como posibilidad, ideal y exigencia, de eso nos hablan desde tiempos remotos todos los mitos, todas las leyendas y todas las historias, y la aportación judía a esta historia secreta de la capacidad de sublimación de los instintos humanos es enorme.

(1934)