«Sprüche und Widersprüche»
(«Aforismos y contradicciones»)
Karl Kraus, al que el burgués ha conocido y aprendido a odiar a través de «Die Fackel» y «Simplicissimus», ha publicado una colección de sus aforismos bajo el título «Sprüche und Widersprüche». Si los habituales gestos vanidosos de los señores intelectuales fuesen auténticos, este libro tendría que ser tan conocido como la «Viuda alegre». Sin embargo, nunca gozará de esta ventaja porque para eso es demasiado exigente. Requiere que se le tome en serio y se le comprenda y nadie podrá realizar en estas páginas la carrera sin obstáculos del lector rutinario. Así que no pasará de la «pequeña comunidad» o los «cent lecteurs» con los que los críticos benevolentes consuelan a los genios incómodos.
Es una lástima porque el libro es terriblemente serio. Tiene la seriedad del bufón que toma el oro por oro y la basura por basura, y no está dispuesto a creer a los periodistas y aceptar que la basura es oro. Esta seriedad, a pesar de lo trágica que es, no impide que el libro esté lleno de diabólica alegría y si diez lectores tuviesen la paciencia o incluso la comprensión, comentaría yo con mucho gusto el arte y la maestría formal de los aforismos. En lugar de ello quiero indicar que los lectores divertidos encontrarán aquí muchas ocasiones de excitarse con la vanidad demencial de un artista que ni siquiera es muy famoso, de un hombre para el que nada es sagrado excepto su arte, de un Don Quijote cuya manía es emprender lo imposible y crearse enemigos mortales en un gremio poderoso en el que podría interpretar fácilmente el papel de maestro. Si una décima parte de estas ideas se sirviesen un poco más en su punto y con más salsa en un tomo lleno de largos folletones, Kraus sería considerado uno de los primeros humoristas alemanes.
Me había anotado media docena de aforismos para citarlos aquí. Pero prefiero recomendar encarecidamente el libro mismo que no es sólo una colección de ocurrencias y anécdotas, sino que en su conjunto, en sus cien reflejos y coloridos muestra al lector atento uno de los autorretratos más audaces y curiosos de nuestra más reciente literatura. Está visto que «el asombro de indio salvaje que la civilización manifiesta ante los logros de la naturaleza» se repite cada vez que abrimos los ojos seriamente ante una personalidad silvestre.
(1910)