Hugo von Hofmannsthal
1874-1929

Hofmannsthal murió desilusionado y casi olvidado después de haber sido durante un tiempo el nombre más brillante de nuestra literatura. En él, el conocedor y conservador de la forma, el proclamador de la tradición, el cuidador de una prosa noble, se vengó con especial dureza la confusa generación de la posguerra; el «Querschnitt» berlinés incluso se permitió entonces burlarse impunemente con motivo de la trágica muerte de Hofmannsthal. Pero esos que se burlaron a costa de valores tan elevados no estarán ya mañana, mientras que de Hofmannsthal y su disciplina, de su respeto, de su voluntad noble quedarán aún huellas vivas por mucho tiempo. En un largo y escrupuloso trabajo no sólo cuidó su literatura sino que manifestó su conocimiento, su relación visceral con el arte noble y la poesía, recopiló los libros de lectura alemanes más hermosos de su tiempo y escribió ensayos valiosos sobre el idioma alemán y algunos de sus maestros. El trabajo más bonito lo encontramos en «Berührung der Sphären» («Contacto de las esferas»).

(1931)

Esta obra inacabada es quizás la pieza más espléndida de prosa alemana de las últimas décadas, y también como invención o visión, aunque alimentada totalmente de las fuentes de la erudición, tradición e historia, es de una maravillosa densidad y atmósfera mágica.

También la «Nachlese der Gedichte» («Recopilación de poemas») fue un obsequio de valor duradero. Y ahora se hace el intento de una selección representativa de las cartas de Hofmannsthal. El tomo presente comienza en el año 1890 y llega hasta 1901, abarca por lo tanto toda su juventud hasta los 27 años. Estas cartas del joven niño prodigio, brillante, algo mimado y a veces también amanerado, evocan una cultura casi olvidada entre nosotros, la Viena literaria de fin de siglo, la época de Sonnenthal y Kainz y el barón von Berger, la época de las primeras publicaciones de Schnitzler y Bahr, y la atmósfera de la Viena imperial tardía, cultivada y entregada a la buena vida. Nos muestran al escritor, al prudente sabio y asceta en sus épocas de arrogancia y de plenitud. La mayoría de los lectores leerá sobre todo la correspondencia literaria, las cartas dirigidas a Bahr, a Schnitzler y (especialmente hermosas) a Beer-Hofmann. Sin embargo, las cartas no literarias, a sus padres y parientes, especialmente las dirigidas al barón Karg von Bebenburg y al barón Oppenheimer dan quizás más datos sobre el joven autor y sobre su sentimiento de la vida en medio de la sociedad y el mundo artístico un poco decadente de la Viena de entonces. Nosotros los jóvenes estábamos, como toda generación joven, convencidos naturalmente de que ahora comenzaba una época completamente nueva, grande, floreciente, y entre las personas a las que escuchábamos estaba el joven Hermann Bahr con sus versos melancólicos y etéreos y sus primeros ensayos que podrían pasar tan curiosamente del folletón agradable a la verdadera contemplación. Este tomo de cartas evoca esta época y su ambiente. El Hofmannsthal de estas cartas no es aún el Hofmannsthal maduro, es todavía el joven Loris. Confiamos leer pronto en otros tomos cómo el joven y fascinante genio con sus sabihondeces y caprichos se convirtió en el Hofmannsthal sufriente y desilusionado, maduro, noble, superior y conocedor del amor auténtico.

(1935)