Rimbaud, el célebre amigo de Paul Verlaine, después de asombrar y fascinar a la joven Francia con versos sorprendentes, dejó, como es sabido, la pluma y se dedicó a la vida del aventurero, viajero y hombre de negocios. Es el primer y más poderoso modelo de la figura, desde entonces frecuente, del hombre cansado de Europa que huye del refinamiento de nuestra cultura a los estímulos fuertes y primitivos de una vida activa extraburguesa. Desgraciadamente su biografía, sobre todo la de los últimos años, no es lo bastante abundante como para reconciliarnos con la pérdida que significa la renuncia de Rimbaud a la literatura. Sus cartas exóticas muestran más a un sentimental descontento, que a un vencedor brutal. Sus poemas, sin embargo, los poemas de un joven de veinte años, tienen una grandeza y una vitalidad que ningún francés ha vuelto a alcanzar.
(1921)