La idea para esta novela surgió en el viaje de promoción de mi primer libro. En la ciudad de Salamanca conocí a un amigo que me contó una historia fascinante. Casi un año más tarde regresé a la ciudad y volví a contactar con Ken José Thomson, un hispano-norteamericano-japonés entrañable, que me narró la historia más increíble jamás contada. Después almorzamos comida japonesa en casa de su encantadora madre y regresé a Madrid con las alforjas repletas de ideas. Por ello, es de debido cumplimiento dedicar este libro a Ken y su familia.
Es imposible que un libro vea la luz sin la ayuda de muchos amigos y colaboradores, por ello quiero agradecer a Dolores Mcfarland sus comentarios y sugerencias. Sergio Puerta mantuvo el tipo, como siempre, y aguantó mis peroratas sobre bombas atómicas.
Gracias a Anika Libros por su apoyo y ayuda a mis libros. A mi compañero de letras Manel Haro, periodista brillante, gracias por sus comentarios, ánimo y ayuda. También quiero reconocer el apoyo y ánimo de mis dos amigos. Sergio Remedios y David Yagüe.
Agradecer por último a ti lector, que te interesas por el pasado y disfrutas de la aventura de la historia.
Todos mis libros están dedicados a mis dos mujeres preferidas. Eli y Andrea, pero en este caso quería dedicárselo especialmente a mi sobrino Adrián, que comenzó el año de una manera muy complicada, pero que ahora es un hombre nuevo.