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Cabizbajo, Pierre Dubois optó por sentarse en el enorme baúl que contenía los artilugios que semanas antes habían encontrado en esa misma sala, puesto que, de alguna forma, era consciente de que había llegado el momento de explicar lo que realmente estaba ocurriendo, porque dada la situación, era evidente que el final estaba cerca.

—Debo confesar que, en el fondo, el objetivo de mi familia durante generaciones no ha sido encontrar la cabeza parlante, la mítica Baphomet, sino lo que este gran descubrimiento encierra. Esta máquina es un medio, no un fin. Espero que me comprendáis porque, por todo eso, he hecho cosas que quizá nunca debí hacer.

—¿A qué te refieres? —le preguntó Guylaine.

—El tema es largo de explicar, hija. El asunto comenzó allá por el siglo XI, o puede que antes, aunque la referencia más antigua de la que dispongo apunta más o menos a esa fecha.

»Cuando Silvestre murió, mucha gente se preguntó qué fue de los terribles augurios que habían sido pronosticados para el fin del milenio, ya que no ocurrió nada en el cambio del año 999 al 1000. Por eso, hubo quien esperó al año 1033, por la posible nueva llegada de Jesucristo, la Parusía, pero tampoco ocurrió nada significativo.

»Sin embargo, las profecías estaban allí y el Apocalipsis lo decía con claridad. Al menos, con la concreción que uno puede sacar de unos escritos tan extraños. Para colmo, el papa del año Mil se había dedicado durante una buena parte de su vida a rescatar documentos y conseguir libros extraños relacionados con épocas milenarias, y por más erudito que fuese, era evidente que detrás de todas sus hazañas había algo oculto. ¿Para qué tanta preocupación por aquellos pergaminos? ¿Por qué tanto empeño en los libros prohibidos? ¿Qué había detrás de esos misteriosos viajes a las tierras ocupadas por los árabes?

»El caso es que nuestra familia tuvo acceso, tras la muerte de Silvestre, al secreto mejor guardado: el papa había fabricado una máquina que podría dar un poder ilimitado a la persona que la poseyese. En el archivo del castillo de Divange, que yo he heredado de mis antepasados, hay multitud de papeles en los cuales se hace referencia a una gran fuerza a la que se denomina sencillamente como «el poder».

»Ésa fue la razón por la que la antigua estirpe de los Dubois, a través de uno de los ducados más importantes de la historia de nuestro glorioso país, se afanó durante siglos en la búsqueda de este enorme mueble que tenemos delante.

El conde elevó la vista y volvió a contemplar la descomunal dimensión de la cabeza parlante.

—Para encontrar este engendro, mis antepasados han utilizado todos los procedimientos a su alcance.

»Sí, querida Guylaine. Debes saber que nuestra familia ha estado inmersa en prácticamente todas las conspiraciones, revueltas y guerras que han sacudido Francia y Europa desde entonces. Pero eso no es lo peor.

»Para comenzar te diré que, para llegar hasta aquí, hemos participado en las cruzadas, porque los templarios adoraron precisamente a este Baphomet, la cabeza que contenía la sabiduría más ancestral. El caballero templario llamado Gaucerant fue el primero en hablar de ella, y por tanto, nosotros teníamos que estar allí por si hubiesen llegado a encontrar este monstruo. Cuando la Orden del Temple cayó y todos sus miembros fueron juzgados, este numen salió a relucir en múltiples ocasiones, de forma que, de un total de 231 caballeros ajusticiados, doce de ellos, todos de alto rango, admitieron rendirle pleitesía. Y lo curioso es que el tribunal de la Iglesia católica interpretó este ídolo o deidad como un símbolo del Diablo, una adoración satánica. ¿Cómo sabían que tenía este aspecto que ahora podemos ver si estuvo aquí dentro todo este tiempo?

»Y eso no fue todo. También estuvimos presentes en el Priorato de Sión y, desde entonces, la carrera ha sido frenética: siguió con nuestra participación en las sociedades herméticas, los Illuminati, los rosacruz, los seguidores de la magia ritual y también hemos colaborado con los ocultistas franceses.

»Han sido siglos muy intensos en los que, generación tras generación, nuestra estirpe ha tenido una colaboración activa en esas organizaciones secretas.

»Y aunque nuestro interés ha tenido altibajos en todos estos siglos, fue precisamente esta última sociedad secreta, la ocultista, ja que a través de nuestro compatriota Eliphas Lévi[5], a mediados del siglo XIX, elaboró teorías muy certeras sobre la cabeza parlante. Por eso, el ánimo de los Dubois de entonces se elevó de nuevo cuando este extravagante cabalista escribió una amplia bibliografía esotérica, ya que en uno de sus sorprendentes libros habla de Baphomet como nadie lo había hecho durante mucho tiempo e incluso lo llegó a dibujar bajo la figura de Satán, es decir, una cabra con cuernos.

—¿Quién era ese Eliphas Lévi? —preguntó Marc intrigado, porque la relación del diablo con Baphomet y la cabeza parlante le había llamado la atención. En el fondo, ésa era una de las pistas que más de cerca había seguido y, para colmo, estaba convencido de que la gente que había ayudado al conde y a Renaud pertenecía a algún tipo de sociedad satánica.

—Eliphas Lévi fue un personaje muy curioso. Fue la primera persona que llegó a dibujar la horrible imagen de esta cabeza milenaria, aunque lo hizo con una recreación muy particular.

—Pero… —tomó la palabra Guylaine— es que es evidente que debe de haber alguna relación entre este monstruo y Satán. Lévi no pudo ser el primero que relacionó ambos temas, pues sólo hay que ver el pentagrama dibujado en el pedestal de mármol que sostiene este inmenso mecanismo.

La mujer mantenía el dedo índice de su mano derecha señalando un anagrama grabado en la base de la cabeza parlante.

—El pentagrama, que ha sido usurpado por los grupos satánicos recientemente, fue considerado desde siempre como uno de los signos mágicos por excelencia, pero no es un anagrama originalmente diseñado por y para ese fin —explicó el conde mirando hacia la base del engendro.

»Creo recordar que el primer uso reconocido que se le dio fue hace unos 3500 años en Mesopotamia, en los orígenes del lenguaje escrito. Este símbolo era utilizado en diversas inscripciones y era sinónimo del poder real.

»Más adelante, fue utilizado en la Grecia antigua. Allí, el dibujo de cinco puntas fue denominado «pentalpha», y llegó a ser tan famoso que el propio Pitágoras lo utilizó como signo de su famosa Academia, pues lo consideraba un emblema de la perfección debido a sus dimensiones geométricas.

»Y ahí no acabó la cosa. Los primeros cristianos dedicaron el pentagrama a las cinco heridas de Jesucristo, y fue un emblema muy reconocido durante mucho tiempo, hasta que la santa Iglesia católica decidió reemplazarlo por otro más gráfico: la señal de la cruz.

»Por eso, sorprende que algo que fue el baluarte de los cristianos hoy día sea reconocido como algo relacionado con el maligno.

—Pero lo es —apuntó Marc—. Queramos o no, ahí fuera hay gente que utiliza este signo para representar al mal.

—Se equivoca, señor Mignon —le contestó el conde—. El pentagrama con una punta hacia arriba señalaba el verano, y con dos puntas en la misma dirección, el invierno. Antes de que la obra de Eliphas Lévi ilustrase la cabeza Baphomet con la cabra y este símbolo, nadie lo asociaba al mal.

»Eso sí, lo hizo con una importante salvedad: dibujó el pentagrama invertido, con un vértice hacia abajo. Ése es hoy día el símbolo de Satán.

El detective miró detenidamente el pedestal.

—Si usted observa detenidamente este pentagrama, no está invertido —continuó Pierre Dubois—. Por tanto, se trata de un signo muy antiguo que representa la sabiduría.

»La Iglesia siempre se ha encargado de demonizar los símbolos paganos y, además, con el tiempo, los signos cambian de uso y de circunstancias.

—¿Quiere usted decir que esto no tiene nada que ver con gente relacionada con el diablo? —le preguntó Marc de forma directa.

—Así es.

—¿Y entonces, quién ha estado persiguiéndome durante todo este tiempo? —inquirió el detective contrariado—. En el transcurso de este caso siempre he manejado la premisa de que nos seguían dos grupos. Unos son árabes, y los otros los hemos relacionado con círculos satánicos. He tenido la oportunidad de ver la cara de dos de los brutos que me pegaron una increíble paliza y que luego nos han estado espiando por varios países. Por su aspecto, puedo afirmar que esa gente no pertenece a ningún grupo islamista. Por tanto, yo juraría que ahí fuera hay un conjunto de locos que son seguidores de Satán y que quieren este cacharro a cualquier precio.

—Se equivoca de nuevo —le indicó el conde con la mirada apuntando hacia el suelo y con una clara expresión de embarazo.

—¿Y cómo lo sabe usted con tanta seguridad? —le volvió a interrogar Marc, elevando notablemente la voz en esta ocasión.

—Porque les conozco. Les conozco bastante bien a todos y cada uno de ellos. Lamento decirlo, pero es así.