Interesante teoría —dijo Guylaine—. Pero me resulta difícil de creer que una cosa como ésa se cumpla matemáticamente cada mil años porque, de hecho, no pasó nada excepcionalmente grave en el final del primer milenio, ningún cataclismo o algo parecido, ni tampoco en el del segundo, por cierto.
—Así es —le respondió su padre—. Cuando Silvestre aludió al tema del «Efecto Mil», quería decir, igual que lo hace el Apocalipsis, un número grande de años que coincide de una forma curiosa con los ciclos de mil, pero que no tiene que ser necesariamente exacto.
»De hecho, cuando el Apocalipsis nombra tantas veces «los mil años», lo que quiere decir en realidad es «un número muy elevado de años». La clave hay que buscarla en el hecho de que el libro fue escrito en el siglo I y, por tanto, debemos tratar de entender la lectura que los cristianos hacían en esa época.
»Por ejemplo, el número 1 se utilizaba para hacer referencia a Dios. El número 4 señalaría el universo y la creación. El número más curioso es el 6, que denota imperfección porque no llega a ser el 7, que es el número perfecto. Por eso, la famosa bestia del Apocalipsis, cuyo número es el 666, significaría «una gran imperfección».
»Y por último, los números 12 y 1000 son muy utilizados en multitud de capítulos del Apocalipsis. El primero de ellos hace referencia a las doce tribus de Israel, al pueblo de Dios y también a los doce apóstoles. Es, por tanto, el número cristiano por excelencia. Por su parte, el 1000 es probablemente el número más elevado que mucha gente de aquel entonces conocía. Por ello, el autor quería referirse a un número elevado de años.
—¡Qué curioso! —señaló Marc—. Siempre me había preguntado si eso del 666 y de la bestia, relacionada con Satanás, era cierto.
—Nunca lo sabremos con certeza, pero lo cierto es que el número 666 sólo se menciona una vez en el libro. Las profecías dan mucho juego para hacer creer a la gente que van a suceder cosas inexplicables. Fíjese usted que, desde hace unos años, hay un grupo de gente que está convencida de que la bestia —es decir, el 666— no es Satanás ni ningún ser extraño con plumas o escamas que eche fuego por la boca.
»Muchos colectivos piensan que en realidad representa a Internet. Creen que www es lo mismo que 666. La razón la tenemos que encontrar en unas excavaciones arqueológicas en las proximidades de las ciudades de Sodoma y Gomorra, no muy lejos del Mar Muerto, ya que allí se hallaron restos semíticos que identificaban el fin del mundo con tres letras que correspondían a una especie de omega griega, y a la que se atribuyó la pronunciación uom. Rápidamente, se identificó con la waw, que se encuentra en los alfabetos arameo y hebreo y que, en el fondo, conlleva a la w del alfabeto latino. Y ahí no acaba la cosa porque, además, es la sexta letra en el alfabeto arameo y hebreo. Por todo ello, la famosa triple w de la web, es decir, la www (World Wide Web) se correspondería con el 666.
—¡Sorprendente! —volvió a exclamar Marc—. Leyendo entre números, es evidente que se pueden extraer conclusiones certeras.
—Así es. En nuestro caso —prosiguió el conde—, deberíamos entender «El Efecto Mil» como el efecto de ciclos; y parece que hemos llegado a uno muy negativo para nuestro planeta. No os quepa la menor duda: estamos en serio peligro. Y aunque parezca mentira, el papa francés, no sabemos si en su condición de erudito o de mago, fue capaz de predecirlo hace mucho tiempo.
—Lo curioso es que la humanidad ya se ha dado cuenta del tremendo cambio climático que la tierra está experimentando —manifestó el detective—. Hemos tardado mucho, pero por fin estamos concienciados de que hay que poner remedio o esto se acaba.
—Pero no es tan fácil —añadió el conde—. El cambio climático ha desencadenado una serie de mecanismos en la atmósfera que son irreversibles. Nuestro mundo va cuesta abajo y, aunque quitemos el pie del acelerador, la marcha no va a detenerse. Esto no hay quien lo pare.
—En el supuesto de que todo eso fuera cierto —reflexionó Guylaine—, me cabe la duda del interés que pueda tener el modelo de Silvestre y sus propuestas para resolver el problema. Creo recordar que dijiste en tu carta que la única manera de parar el cataclismo que predice el monstruo de nuestro sótano es hallar algo que no se encuentra dentro de él. Tu nota manuscrita dejaba entrever que faltaba algo…
—Así es. La cabeza parlante incorpora un saber inmenso, reúne secretos que harían palidecer a cualquiera; pero, desgraciadamente, el mago hace referencia a un aspecto concreto que no se encuentra en su interior.
—Como si le faltara algo… —aportó Marc—. ¿Y cómo define el papa eso de lo que carece el armatoste?
—Él hace referencia a unas claves que no están disponibles en la máquina y, por eso, es necesario encontrarlas para llegar al final de la cuestión y poder operar con la cabeza parlante de manera que podamos obtener las soluciones a los terribles pronósticos que se plantean.
—No entiendo —continuó el detective—. ¿De qué forma podría el invento de Silvestre salvar el mundo?
—Exactamente no lo sé, pero lo que le puedo decir es que cuando la máquina hace referencia a ello, lo llama «el poder».