S. A. R. doña María da Gloria de Orleans-Braganza y al duque de Segorbe, por abrirme las puertas de la antigua Casa de Pilatos y descubrirme la asombrosa restauración de las Casas de la Judería.
A la Fundación Casa Ducal de Medinaceli y a su director Juan Manuel Albendea Solís, por su amable disposición a facilitarme información valiosa.
Al profesor Fernando de Artacho, por su generosa atención e inolvidable recorrido de la Hermandad de la Santa Caridad.
A Micaela Valdés, por su maravillosa hospitalidad en Sevilla.
Al equipo de Ediciones B, a Verónica Fajardo por atenderme siempre con suave tenacidad, a Elena Abril por su minuciosa asistencia, a Lucía Luengo y Carmen Romero por su entusiasmo, y a todos aquellos que han colaborado en la publicación de esta historia.
A Ricardo Artola, por seguir creyendo en mí.
A Pilar, mi hija, y Niccoló, su marido, por su apoyo y ánimo.