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Ha muerto Rafik Hariri en la ciudad de Beirut. Un atentado terrorista con muchos kilos de dinamita. «Grave crisis entre Francia y Siria, aunque el régimen de Damasco condena el atentado», dice el subtitular del periódico Le Monde de hoy, 12 de febrero, donde cuentan que los acontecimientos comenzaron a desbordarse hace cuatro meses. Antes de octubre, Beirut había recobrado su antigua fama de ciudad alegre y tranquila de Oriente Medio. La política de reconstrucción dirigida por Hariri, las inversiones financieras, el apoyo de dirigentes internacionales como Chirac (amigo de Hariri), habían renovado la vida en esa ciudad. Pero en octubre todo comenzó a deslizarse por el camino salvaje al romperse el equilibrio norteamericano-sirio que permitía que Damasco continuase su tutela militar sobre los asuntos internos libaneses. Ese octubre, Rafik Hariri había dimitido de su cargo de primer ministro y se había incorporado a las fuerzas opositoras al presidente Lahud. Y ahí había empezado a complicarse todo.

Larga sombra de la rue Vaneau. A Humbol, he pensado, la noticia habrá de interesarle.