No existe límite para mis posibilidades. Soy capaz de abarcar todo un universo.
Banco de datos secretos de OMNIUS, ficheros dañados
Dentro de su programa operativo de largo alcance, el recién instalado Omnius de Giedi Prime estudiaba un mapa tridimensional del universo conocido. Un modelo preciso, basado en extensas compilaciones de inspecciones y datos sensores, combinados con proyecciones y análisis basados en probabilidades.
Infinitas posibilidades.
Con insaciable curiosidad, el nuevo Omnius estudiaba nebulosas, soles gigantes y planetas. Con tiempo y esfuerzo continuado, todos formarían parte de la red de los Planetas Sincronizados.
Pronto llegaría la siguiente nave de actualización, con lo cual estaría casi a la par con las demás supermentes planetarias. No había podido sincronizarse desde que lo habían activado en Giedi Prime. El Omnius de Giedi Prime podría copiar sus nuevos pensamientos y compartirlos con los otros clones. Expansión, eficacia… ¡Tanto por hacer! La conquista de Giedi Prime era un paso más en el imperio cósmico de las máquinas. El proceso había empezado, y pronto se aceleraría.
Cobijado en el núcleo cibernético de la antigua ciudadela del magno, Omnius cargaba imágenes tomadas por los ojos espía: ruinas en llamas, niños humanos en potros de tortura, inmensas hogueras alimentadas por los miembros sobrantes de la población. Estudiaba con objetividad cada imagen, absorbía información, la procesaba. Mucho tiempo antes, el programa modificado de Barbarroja había enseñado a las máquinas pensantes a saborear la victoria.
Habían vuelto a poner en funcionamiento muchas fábricas de Giedi Prime, así como aerodeslizadores mineros y otras instalaciones. Barbarroja se había esforzado con brío por adaptar los centros de fabricación humanos a las necesidades de las máquinas pensantes. En estas fábricas, la nueva supermente había descubierto algo que creaba interesantes relaciones, posibilidades extraordinarias.
Los humanos habían diseñado y empezado a construir un nuevo modelo de sonda espacial de larga distancia, un explorador de planetas muy alejados. Tales sondas podían adaptarse como emisarios de las máquinas pensantes, nuevas subestaciones de la supermente.
En el mapa galáctico, Omnius reparó en la duración de los viajes que necesitaban las sondas de alta aceleración. Examinó el territorio denominado Planetas No Aliados, todavía no conquistados por las máquinas o las sabandijas humanas. Había tantos sistemas estelares que explorar, conquistar y desarrollar, y estas sondas lo harían posible. La nueva supermente lo consideraba una oportunidad, como lo harían sus camaradas de los Planetas Sincronizados.
Si podía esparcir semillas de su supermente, fábricas autónomas capaces de utilizar recursos locales para construir infraestructuras automáticas, sería capaz de establecer cabezas de playa en innumerables planetas habitados. Sería como una lluvia de chispas caídas sobre madera, y los hrethgir nunca podrían detener la expansión de Omnius. Formaba parte de su naturaleza básica.
Un equipo de robots de mantenimiento esperaba fuera del núcleo protegido, preparados para proporcionar asistencia técnica. Guiado por su idea innovadora, la nueva supermente envió una señal a uno de ellos. Sus sistemas se activaron.
Durante semanas, mientras Barbarroja continuaba sojuzgando y reconstruyendo Giedi Prime, Omnius guiaba a sus máquinas de mantenimiento en la construcción de sofisticadas sondas de largo alcance, cada una de las cuales contenía una copia de su mente y su personalidad agresiva.
Después de aterrizar, las sondas desplegarían sistemas automatizados, establecerían fábricas autónomas en cada planeta, unidades que a su vez construirían más robots de mantenimiento…, colonias mecanizadas muy alejadas de los Planetas Sincronizados, muy lejos de la Liga de Nobles. Si bien las máquinas eran capaces de colonizar y explotar cualquier planeta, los cimeks insistían en concentrarse en los mundos compatibles con los humanos. Aunque los planetas desérticos causaban menos problemas, la supermente comprendía que ambos tipos eran deseables.
Cuando el trabajo hubo terminado, Omnius utilizó sus ojos espía para observar los lanzamientos. Cinco mil sondas alzaron el vuelo al unísono, programadas para esparcirse hasta los confines más alejados de la galaxia, aunque tardaran miles de años en alcanzar su objetivo. El tiempo no importaba.
Unidades compactas en forma de burbuja, las sondas llenaron el cielo de luces centelleantes y columnas de humo verde. En el futuro, cuando lo considerara conveniente, Omnius volvería a conectar con cada uno de aquellos mecanismos, uno tras otro.
Las máquinas pensantes eran capaces de trazar planes a largo plazo, y vivir para llevarlos a la práctica. Cuando los humanos llegaran a aquellos lejanos sistemas solares, Omnius ya estaría allí.
Esperando.