4LOS PREPARATIVOS

No me enteré de la existencia de este capítulo hasta que comencé la versión de las «partes buenas». Llegado a este punto, mi padre se limitaba a decir: «En fin, que entre una cosa y la otra, transcurrieron tres años». Y a continuación me explicaba cómo llegó el día en que Buttercup fue presentada oficialmente al mundo como la futura reina, y cómo la Gran Plaza de la ciudad de Florin estaba llena a rebosar como nunca antes; todos esperaban su presentación, y entonces, pasaba directamente a la terrible descripción del rapto.

¿Me creeréis si os digo que en la versión original de Morgenstern éste es el capítulo más largo de todo el libro?

Quince páginas para explicar por qué Humperdinck no se puede casar con la plebeya, o sea que venga discutir y pelear con los nobles, para acabar convirtiendo a Buttercup en princesa de Hammersmith, que era aquel pequeño puñado de tierra anexo al último confín de las posesiones del rey Lotharon.

Entonces, el taumaturgo comenzó a mejorar la salud del rey Lotharon, y siguen dieciocho páginas en las que se describen las curaciones. (Morgenstern odiaba a los médicos, y dejó testimonio de su amargura cuando proscribieron de Florin a los taumaturgos impidiéndoles ejercer.)

Y setenta y dos páginas —contadlas bien—, setenta y dos páginas para describir la educación de una princesa. Sigue a Buttercup día a día, mes a mes, en su aprendizaje de todas las normas de etiqueta, de cómo se sirve el té, de cómo dirigirse a un nabab y cosas por el estilo. Todo ello narrado en una vena satírica, naturalmente, porque Morgenstern odiaba a la realeza mucho más de lo que odiaba a los médicos.

Pero desde el punto de vista narrativo, en estas ciento cinco páginas, no pasa nada. Salvo esto: «En fin, que entre una cosa y la otra, transcurrieron tres años».