DSK

No obstante, si ha habido un escándalo que haya removido últimamente los cimientos de las grandes financieras internacionales, ese es el relativo al antiguo director del FMI, Dominique Strauss-Kahn. Un asunto sobre el que han surgido no pocas dudas. ¿La detención del director del FMI fue un golpe urdido por el Elíseo para cortar en seco las pretensiones electorales del único socialista capaz de desbancar a Nicolas Sarkozy en las elecciones presidenciales de 2012? En Francia hay muchos que sospechan que, a pesar del rijoso historial de DSK —o precisamente por ello—, este pudo haber caído en una trampa urdida por sus enemigos políticos. Incluso se han barajado indicios extraños que apuntarían en esta dirección. Desde luego existen puntos sumamente sospechosos, como el hecho de que el primero en hablar públicamente del arresto fuera un miembro de las Juventudes Conservadoras y militante del UMP, Jonathan Pinet, quien a las cinco de la tarde (hora de Nueva York) tuiteaba lo siguiente: «Un colega de los Estados Unidos acaba de decirme que habrían detenido a DSK en un hotel de Nueva York hace una hora».

Este misterioso y bien informado «colega», como se explicaría en un tweet posterior, se habría enterado de lo ocurrido por un tercero, empleado en el restaurante del Sofitel en el que ocurrió la presunta agresión sexual. No sería hasta una hora y media después cuando The New York Post y The New York Times hicieron pública la información: Dominique Strauss-Kahn había sido detenido a las cuatro y veinticinco, por lo que el tweet de Pinet había sido más inmediato aún de lo que creía su autor. El problema es que esa detención no fue en el hotel, sino cuando se disponía a embarcar en un vuelo de Air France, por lo que muchos se preguntan cómo el presunto «testigo presencial» del hotel podía haber relatado algo que no había ocurrido allí. Otro de los que al parecer se adelantó a los medios de comunicación a la hora de comentar la noticia fue Arnaud Dassier, director de campaña de Sarkozy, acusado por sus adversarios de haber orquestado el «porschegate», la publicación de unas fotografías de Strauss-Kahn subiendo a un Porsche Panamera, valorado en 100.000 euros, que sirvieron para acusarle de hipocresía a la hora de recetar austeridad frente a la crisis. Y para terminar con estos ingredientes del complot, el primer medio francés que publica el arresto es 24heuresactu.com, muy próximo a la derecha francesa.

Dominique Paillé, del Partido Radical, estima que el director del FMI podría perfectamente haber «pisado una piel de plátano que alguien le puso bajo el zapato». «Creo que probablemente se ha tendido una trampa contra el director gerente del FMI. Puede haber sido obra del propio organismo, de la derecha francesa o incluso de la izquierda», manifestaba al diario francés Le Figaro la presidenta del Partido Demócrata Cristiano de Francia, Christine Boutin. Esta misma hipótesis ha sido secundada por otros políticos como el ministro de Cooperación de Francia, Henri de Raincourt: «La trampa es evidente, es de sobra conocida la debilidad de Strauss-Kahn por las mujeres y la han aprovechado». «Es por su cargo al frente del FMI por lo que se le ha querido decapitar y no por ser el principal candidato entre los socialistas. Es el hombre más poderoso después de Obama y todo juega en su contra», asegura la vicepresidenta del Consejo Regional, Michèle Sabban.

El asunto se ha complicado, en especial desde que Jonathan Pinet haya rehusado dar explicaciones sobre las fuentes de sus tweets aparentemente proféticos y se haya decantado por una explicación más prosaica a su anticipación a los hechos: el relato del testigo presencial en el Sofitel es cierto, pero lo que él habría oído, justo después de que Strauss-Kahn abandonara el hotel, es que una empleada iba a denunciarlo y a pedir su detención por agresión sexual. Tan solo se habría adelantado al dar el soplo, dando por hecho el arresto que todavía no había ocurrido y adelantándose a los acontecimientos.

A fin de cuentas muchos se preguntan, con el sentido común de su parte, ¿cómo es posible que uno de los hombres más poderosos del mundo se haya expuesto de forma tan temeraria a un escándalo de enormes dimensiones que podría hipotecar su futuro? Cierto es que estamos ante un hombre que no es precisamente conocido por su contención sexual, pero también es cierto que en Manhattan hay señoritas espectaculares que trabajan en agencias muy exclusivas y que, previo pago de su importe, prometen a sus clientes el más sofisticado de los nirvanas eróticos con la discreción de un banco suizo. De hecho, el 57 por ciento de los franceses tienen claro que todo este suceso forma parte de un complot para acabar con Strauss-Kahn. Este sentimiento se refleja en los comentarios dejados por muchos en los artículos publicados en Le Figaro sobre este tema: «¿Ha sido esta la forma para deshacerse del jefe del FMI, demasiado independiente para algunos, y así poner al frente de la situación económica y financiera a alguien de Estados Unidos?», sentenciaba uno de los lectores del medio.

Según los que defienden esta hipótesis no faltaban ni mucho menos motivos para quitarle de en medio: era una persona incómoda para la comunidad internacional, y en concreto para Estados Unidos, por su labor al frente del FMI; y era una persona incómoda para el Elíseo ya que estaba por delante de Sarkozy en las encuestas de popularidad.

De hecho Sarkozy y DSK ya habían tenido sus más y sus menos en público y se cuenta que la aversión entre ambos hombres iba más allá de la política. El pasado 2009, durante la cumbre del G-20, el director del FMI, visiblemente irritado, se enfrentó a Sarkozy y le lanzó una advertencia: «Estoy harto de los rumores sobre mí y mi vida privada. Sé que todo esto sale del Elíseo, así que dile a tu gente que termine con esto o iré a la justicia». Aunque también hay quien indica que, a pesar de la inquina de ambos políticos, el golpe de gracia a DSK pudo haber venido de círculos bastante lejanos al presidente francés, y que su cargo en el FMI también le ha podido perjudicar.

Para los que van más allá de las teorías de conspiración, el diario Le Parisien señala un dato asombroso, una serendipia consistente en que el número de la suite en que se alojó Strauss-Kahn, la 2.806, coincide con la fecha de apertura para las candidaturas a las elecciones primarias socialistas de cara a las elecciones presidenciales de 2012.

El periodista de investigación estadounidense Edward Jay Epstein, que a sus setenta y seis años es no solo el decano de este género en el país, sino uno de sus representantes más destacados y de mayor trayectoria, ha tenido acceso a las cintas grabadas por las cámaras de seguridad del hotel —que más tarde fueron vistas en todas las televisiones del mundo— y a los informes policiales, incluidas las listas de llamadas de los principales implicados. Gracias a esta información ha podido reconstruir al minuto las horas que acabaron con la detención del entonces director del Fondo Monetario Internacional, Dominique Strauss-Kahn. El veterano periodista ha descubierto algunas zonas de sombra que insinúan que DSK pudo ser víctima de una trampa. La reconstrucción de Epstein afirma que el móvil de DSK había sido «pinchado» y, basándose en un testimonio anónimo, añade que el contenido del correo electrónico privado de DSK llegaba hasta el partido de Nicolas Sarkozy.

La información procede de una amiga de DSK que trabaja temporalmente como documentalista en el partido de Sarkozy y que le envió un mensaje para prevenirle de que «al menos uno de sus e-mails privados, recientemente enviado desde la Blackberry a su esposa, ha sido leído en las oficinas del partido en París». La investigación revela hechos sorprendentes, como que las cámaras del hotel grabaron a un ingeniero del Sofitel «bailando de alegría» con otra persona tras confirmar que la camarera había mantenido una relación sexual con el político.

En cualquier caso, con conspiración o sin ella, no era la primera vez que el nombre de DSK se veía envuelto en un asunto poco claro. El jefe del Fondo Monetario Internacional fue investigado por abuso de poder a raíz de una presunta relación sexual con una subordinada, según informaba The Wall Street Journal. El diario revelaba que la firma de abogados Morgan, Lewis & Bockius fue contratada por el FMI para llevar a cabo una investigación sobre este asunto, que se centró en la relación del ministro francés de Finanzas con la húngara Piroska Nagy, una mujer casada y exalta funcionaria del Departamento de África del FMI. Al parecer los dos intercambiaron correos electrónicos sobre una posible relación íntima que habría comenzado durante una conferencia en Europa. Los correos electrónicos fueron descubiertos por el marido de Nagy, un destacado economista argentino llamado Mario Blejer que también trabajaba en el FMI. Según The Wall Street Journal, Strauss-Kahn cooperó activamente en el esclarecimiento del asunto: «Se trata de un incidente que ocurrió en mi vida privada y tuvo lugar en enero de 2008 […]. En ningún momento abusé de mi posición como director gerente del Fondo». Piroska Nagy dimitió del FMI y actualmente trabaja como economista en el Banco Europeo de Reconstrucción y Desarrollo en Londres, según el informe.

Los investigadores intentaron establecer si Strauss-Kahn había mostrado favoritismo hacia Nagy en el FMI, antes o después de su relación. También se tuvo en consideración si la indemnización de Nagy fue excesiva para una persona de su puesto. Robert Litt, abogado de Nagy, declaró que no había sido presionada para abandonar el FMI y se benefició de un paquete de baja que estaba a disposición de otros de su misma categoría profesional y antigüedad. La investigación fue solicitada por A. Shakour Shaalan, que representaba a Egipto y a otros países árabes en la Junta de Gobierno.

Ya apartado de la actividad económica, Dominique Strauss-Kahn se puede permitir la emisión de juicios de valor sobre la situación actual bastante inquietantes, como hizo en un foro económico en Pekín el 19 de diciembre de 2011, donde comparó la zona euro con «una balsa a punto de hundirse»: «Vemos a los países europeos pasar de un plan [de rescate] a otro, de una cumbre vista como la última oportunidad a otra, sin admitir las pérdidas, sin permitir una reactivación del crecimiento y fracasando en recuperar la confianza». Strauss-Kahn, que fue invitado por el grupo NetEase, uno de los gigantes de Internet en China, pronunció un discurso en inglés de cuarenta y cinco minutos en el que se mostró muy crítico con las medidas de rescate adoptadas por Bruselas: «El hecho de que el euro siga en medio del río y que la unión presupuestaria no esté consolidada lo hace muy vulnerable y la balsa parece estar a punto de hundirse… No creo que Sarkozy y Merkel se entiendan bien y ese es probablemente uno de los motivos de que el sistema europeo tenga problemas para avanzar». A las preguntas de los periodistas extranjeros sobre cuestiones personales, su actual situación judicial, su estado de ánimo o su decisión de regresar a la esfera pública en China, DSK respondió sistemáticamente con la misma fórmula: «Sin comentarios».37