Estos datos vuelven a poner de manifiesto que, salvo los principales jugadores del tablero de la economía mundial, los demás seguimos siendo víctimas de un complejo espectáculo de manipulación que solo podemos presenciar, pocas veces entender y menos detener.
A medida que los mercados no tenían más remedio que aceptar el hecho de que los políticos forzaran al Banco Central Europeo a seguir comprando bonos de deuda soberana, los cambistas empezaron una masiva venta de bonos, apresurándose a salir del mercado antes de que el euro se desmoronase. Más que la crisis irlandesa o incluso la griega, lo que molestó a los mercados fueron los comentarios de la canciller alemana Angela Merkel sobre que los inversores tendrán que aceptar recortes. La compra de deuda soberana por parte del BCE hace cundir la impresión de que la deuda de la Eurozona no tiene ninguna base en la economía real.
Con la llegada de Draghi al trono del BCE ya son tres las palancas clave en la crisis de la Eurozona que estarán ahora controladas por exdirectivos del polémico banco que entre 2001 y 2008 ayudó a maquillar las cuentas griegas: el BCE, la división del Fondo Monetario Internacional para Europa y la Agencia griega de Deuda Pública.
Mientras, la crisis griega comienza a cobrarse víctimas en Estados Unidos. La empresa MF Global acumuló deudas por valor de 39.700 millones y se convierte en la octava quiebra más grande de Estados Unidos. Jon Corzine, su CEO (chief executive officer) y antiguo directivo de, cómo no, Goldman Sachs, es un amante del riesgo, y eso le llevó a apostar fuerte por la deuda soberana europea. La suspensión de pagos de MF Global no tiene el mismo peso que la caída de Bear Stearns o Lehman Brothers como para hacer temblar los pilares del sistema financiero, pero sí recuerda que lo que pasa en Europa tiene consecuencias en Estados Unidos.
La atención se estaba centrando hasta ahora en el impacto de la crisis europea en bancos de inversión como Morgan Stanley y Goldman Sachs por su exposición a los cinco países con más problemas. Pero donde hace realmente daño es en pequeñas firmas como MF Global, por lo que no se descarta que la fragilidad actual se cobre otras víctimas.
La noticia del ascenso de Draghi a lo más alto del BCE no tiene por qué ser necesariamente mala. Si pones a un tahúr de director de un casino, puedes evitar que te hagan trampas, porque el nuevo vigilante conoce bien los métodos de los malhechores.
El último en sumarse a este selecto grupo de los Sachs Boys en cargos de tremenda relevancia es el flamante nuevo primer ministro italiano. Efectuó estudios sobre el comportamiento de los bancos en un sistema monopolístico y más adelante, entre 1994 y 2004, fue comisario europeo.
Dentro de poco, y salvo imprevisto, los franceses van a elegir a un nuevo presidente de la República. Sería prudente por su parte que pidieran a los tres principales candidatos (François Hollande, Marine Le Pen y Nicolas Sarkozy) que se comprometieran a no dejarse imponer como primer ministro a… alguien procedente de Goldman Sachs.
Claro que en el limpio horizonte del banco todopoderoso hay algunos nubarrones. El anuncio de que Goldman Sachs debe afrontar cargos civiles por fraude, presentados por el regulador estadounidense, no es más que la plasmación de un secreto a voces, un fenómeno cuya verdadera magnitud nadie alcanza a comprender ni a medir. Sin embargo, el Reino Unido, uno de los centros del sistema financiero mundial, aún no ha presentado cargos contra ningún banco. El derrumbado banco de inversión Lehman manipuló con premeditación su hoja de balances con el fin de parecer más fuerte de lo que realmente era, cuentas que fueron auditadas previamente por la firma británica Ernst & Young. Da la impresión de que demasiada gente se ha dejado engañar deliberadamente por los bancos y los banqueros, creando un esquema para enriquecer a unos inversores privilegiados a expensas de los demás. Si se consigue demostrar el caso ante la Comisión de Valores y Bolsa, se acusará al vicepresidente de Goldman, Fabrice Tourre, de crear un instrumento financiero basura, empaquetado como hipotecas subprime sin valor alguno y venderlo a los inversores a sabiendas de que carecía de valor. Los casos como este que se han sucedido por todo el mundo tienen mucho en común: usar la complejidad financiera supuestamente para engañar y recurrir a los denominados expertos independientes para validar el engaño (abogados, contables, agencias de calificación crediticia, agentes de selección de cartera, etc.).
Los banqueros alegan que estos casos implican a uno o dos individuos sin escrúpulos, que la mayor parte de las actividades bancarias son lícitas y que esto ha sido un accidente. No obstante, hay expertos que creen lo contrario: «En la UE también tenemos un Inside Job, sin duda; está clarísimo que no es exclusivo de Estados Unidos», afirma Alejandro Inurrieta, profesor del Instituto de Estudios Bursátiles, en referencia a la exitosa película sobre la crisis financiera. La imagen ha ido reforzándose más aún si cabe en los últimos años porque el banco ha estado relacionado, directa o indirectamente, con las operaciones más polémicas desde que en 2007 estalló la crisis. Entre otras, el swap griego; el macrorrescate de la aseguradora AIG (cuyo hundimiento muy probablemente habría arrastrado al banco), mientras se dejaba caer a Lehman Brothers, archirrival de Goldman; el caso Galleon, el mayor escándalo de uso de información privilegiada en décadas que ahora tiene en el punto de mira a Rajat Gupta, exconsejero del banco; y, muy particularmente, Abacus, quizá el mayor escándalo en las hipotecas subprime, detonante del estallido de la crisis mundial.
Abacus es el nombre que el banco dio al producto financiero construido con hipotecas subprime de muy mala calidad que supuestamente puso a disposición de uno de sus mejores clientes, el hedge fund de John Paulson, a mediados de 2007, poco antes de que reventara la burbuja.