La máquina de los billetes

El Banco Central Europeo tiene recursos casi ilimitados (es el que tiene las llaves de la imprenta de los billetes) para defender la deuda de los estados y actuar como prestamista de último recurso, pero los eurócratas no quieren ni oír hablar de ello. Prefieren crear un cobarde fondo de emergencia. El Fondo Europeo de Estabilidad Financiera (FEEF, en inglés European Financial Stability Facility, EFSF) es una entidad jurídica especial aprobada por los veintisiete países miembros de la Unión Europea el 9 de mayo de 2010. Su principal objetivo es preservar la estabilidad financiera en Europa ofreciendo ayuda financiera a los estados de la zona euro que se hallen en una situación de crisis económica. El FEEF puede emitir bonos u otros instrumentos de deuda con el apoyo de la Oficina Alemana de Gestión de Deuda para recaudar los fondos necesarios para proporcionar préstamos a los países de la zona euro con problemas financieros, la recapitalización de bancos o la compra de deuda soberana. Las emisiones de bonos están respaldadas por garantías otorgadas por los estados miembros de la zona euro. El FEEF se puede combinar con préstamos de hasta 60.000 millones de euros del European Financial Stabilization Mechanism (que dependen de los fondos recaudados por la Comisión Europea con el presupuesto de la UE como garantía) y hasta 250.000 millones de euros del Fondo Monetario Internacional para obtener una seguridad financiera de hasta 750.000 millones de euros.25

Si no se realizan operaciones financieras, el FEEF cerraría después de tres años, el 30 de junio de 2013. Si hay una operación financiera, el Fondo existirá hasta que su última obligación haya sido reembolsada en su totalidad. El Fondo solo puede actuar tras una solicitud de asistencia realizada por un Estado miembro de la zona euro y el establecimiento de un programa para el país que se haya negociado con la Comisión Europea y el FMI. Dicho programa debe haber sido aceptado de manera unánime por el Eurogrupo (ministros de Finanzas de la zona euro). Si se produce una petición de ayuda por parte de un Estado miembro de la zona euro, se tardará de tres a cuatro semanas en elaborar un programa de apoyo, incluyendo el envío de expertos de la Comisión, el FMI y el BCE al país en crisis. Una vez que el Eurogrupo ha aprobado el programa nacional, el FEEF necesitaría varios días para recaudar los fondos necesarios y desembolsar el préstamo.

Lo que no se cuenta es que el Fondo está apalancado de forma masiva y que solo ofrece un 20 por ciento de garantía sobre los bonos soberanos. Así, por ejemplo, si Italia se va a pique durante el próximo año y no puede pagar sus deudas, entonces los tenedores de bonos recibirán como compensación la muy poco consoladora cifra de 20 céntimos por euro invertido. Hace poco se anunció la ampliación del Fondo Europeo de Estabilidad Financiera hasta un billón de euros. Y ¿quién va a poner todo ese dinero sobre la mesa? Los economistas del BCE no tienen ninguna gana de hacer girar la manivela de los billetes y los bancos y empresas europea están más para que les den que para dar. El generoso inversor en esta ocasión va a ser China, que lo hace de mil amores sabiendo que buena parte de ese dinero va a ir tarde o temprano a la adquisición de productos chinos. Esto va a dar un nuevo giro a las ya de por sí complicadas relaciones comerciales y financieras entre China y Europa, ya que los chinos, con todo el derecho del mundo (el que paga manda), exigirán un mejor acceso a los mercados europeos, lo que contribuirá a deteriorar todavía más la balanza comercial y el empleo en Europa.

Los costos de endeudamiento de Italia han alcanzado niveles récord, lo que subraya su vulnerabilidad en el corazón de la crisis de la deuda de la zona euro y el escepticismo sobre si el gobierno puede llevar a cabo reformas vitales.

Los bancos de toda Europa han anunciado que recortarán más de 775 millones de euros de sus balances en los próximos dos años para reducir a corto plazo las necesidades de financiación y lograr el 9 por ciento de liquidez exigido por el Comité de Supervisión Bancaria. Los bancos necesitan, por su parte, reducir el apalancamiento, pero si optan por hacerlo mediante la reducción de activos y no por la obtención de capital, eso tendrá consecuencias negativas para la economía.

Para bregar con todo el monumental lío de la crisis del euro el BCE cuenta con un nuevo hombre al mando, el italiano Mario Draghi. La llegada de Draghi tiene un especial significado si tenemos en cuenta que entre enero de 2002 y diciembre de 2005 fue alto ejecutivo de Goldman Sachs, el gran banco de inversiones estadounidense que precisamente durante esos mismos años estaba ayudando a Grecia a ocultar debajo de la alfombra su monumental deuda a través de instrumentos financieros opacos.