En la actualidad al Banco Mundial le ha salido una dura e inesperada competencia en el negocio de prestar para obtener ventajas geoestratégicas. China ha prestado más dinero en los últimos dos años a las naciones en desarrollo que el mismísimo Banco Mundial, tal como informaba en su día The Financial Times, subrayando las ambiciones de Pekín de incrementar su influencia global. China prestó, como poco y que se sepa, 110.000 millones de dólares a gobiernos y empresas en países en desarrollo tan solo durante 2009 y 2010, superando los 100.300 millones de dólares facilitados por el Banco Mundial en el mismo periodo. Las estadísticas fueron obtenidas de anuncios públicos realizados por bancos, tomadores de los préstamos o del propio gobierno chino. La superpotencia asiática, que está en posesión de unas reservas de más de 2 billones de dólares, viene aplicando desde 2009 una política de máximo apoyo a las compañías estatales que recorren el globo en busca de activos y reservas de materias primas. Entidades como el China Development Bank, el Export-Import Bank of China y el Bank of China han otorgado créditos a cambio de reservas garantizadas de petróleo, y también prestaron dinero para proyectos de infraestructura en países como Ghana y Argentina.
Estos préstamos por lo general se produjeron en condiciones mucho mejores que los del Banco Mundial. La situación ha llevado a que el Banco Mundial busque maneras de trabajar con China para evitar la rivalidad en créditos de este tipo, aunque, dado que lo que está en juego son esferas de influencia, es muy poco probable que haya un acuerdo.