Capítulo 3
EL BANCO MUNDIAL

En Bretton Woods la discusión sobre la creación de organizaciones internacionales se centraba casi exclusivamente en el FMI. El Banco Mundial fue una especie de producto secundario. Actualmente, sin embargo, el Banco Mundial opera como una agencia para el desarrollo bajo un lema que afirma que «Nuestro sueño es un mundo sin pobreza». Un mundo sin pobreza, pero bajo ciertas condiciones. Esta institución establece las condiciones en que se prestan miles de millones al Tercer Mundo. El Banco Mundial, como señala un comentarista ingeniosamente, «es a la teología del desarrollo económico lo que el papado al catolicismo, con las encíclicas anuales incluidas». Estas encíclicas son los informes anuales sobre el desarrollo. Este banco se ha convertido en una institución tremendamente poderosa a través de una historia larga y tortuosa.

El grupo del Banco Mundial en realidad se compone de cinco instituciones especializadas:

  1. El Banco Internacional de Reconstrucción y Fomento (BIRF), que se encarga de ofrecer préstamos para el desarrollo, aportar garantías para préstamos de terceros y ofrece servicios de análisis y asesoramiento. El BIRF obtiene empréstitos a bajo interés a través de la venta de bonos en los mercados de capital del primer mundo.
  2. La Asociación de Desarrollo Internacional, que otorga préstamos a países que no suelen ser solventes en los mercados financieros internacionales. Otorga un promedio de 6.000 millones de dólares al año a los países más pobres.
  3. La Corporación Financiera Internacional, que es la mayor fuente multilateral de financiación de capital en el mundo en desarrollo.
  4. El Organismo Multilateral de Garantía de Inversiones, que ofrece garantías de inversión, como su propio nombre indica.
  5. El Centro Internacional de Arreglo de Diferencias Relativas a Inversiones, que facilita la solución de disputas relativas a inversiones entre los gobiernos y los inversores extranjeros.

Su sede está en Washington D. C. y tiene la misma composición que el FMI: ciento ochenta y cinco países. Su plantilla consta de ocho mil empleados en Washington y otros dos mil distribuidos por diferentes países. El Banco Mundial es propiedad de sus países miembros, representados por una Junta de Gobernadores, que se reúne una vez al año, y un Consejo de Administración con sede en Washington, que se ocupa del día a día del negocio.

Los objetivos del Banco Mundial, como se indica en el artículo primero de los Acuerdos de Bretton Woods, son los siguientes:

  1. Ayudar en la reconstrucción y el desarrollo de los territorios de los miembros, facilitando la inversión de capital para la producción, incluyendo la restauración de las economías destruidas o dislocadas por la guerra, la transformación de los medios de producción a las necesidades de tiempos de paz y el fomento del desarrollo de las instalaciones y recursos productivos en los países menos desarrollados.
  2. Motivar la inversión extranjera privada mediante garantías o participaciones en préstamos y otras inversiones realizadas por inversores privados, y cuando el capital privado no está disponible en condiciones razonables, para complementar la inversión privada, facilitando, en condiciones adecuadas, la financiación de actividades productivas.
  3. Promover el crecimiento equilibrado y el mantenimiento del equilibrio en las balanzas de pagos, alentando inversiones internacionales para el desarrollo de los recursos productivos de los miembros, ayudando así a aumentar la productividad, el nivel de vida y las condiciones de trabajo en sus territorios.
  4. Buscar préstamos a través de otros canales.
  5. Llevar a cabo sus operaciones con la debida consideración a los efectos.

El Banco Mundial tiene un capital social suscrito por sus países miembros y dividido en acciones. Fue en gran medida una creación de Estados Unidos y por ello proporcionan la mayor parte de su capital. El resultado fue una impronta americana fuerte y duradera en todos los aspectos del banco, incluyendo su estructura, la política de dirección y las formas de crédito. En su origen el Banco Mundial dependía en gran medida de la venta de bonos para recaudar la mayor parte de su capital para préstamos. El resto de los fondos disponibles provenían de las suscripciones de los países miembros.

En sus primeros años, primero como un proveedor de préstamos a gobiernos de Europa Occidental para la reconstrucción en la década de 1940, y más tarde cuando su atención se desvió hacia los países del Tercer Mundo en la década de 1950, la principal misión del Banco Mundial era ganar la confianza de los inversores, especialmente los de Wall Street. El banco mantuvo un Departamento de Marketing (hasta 1963) para vender sus bonos. El primer presidente del banco, Eugene Meyer, había sido un banquero de inversiones en Wall Street y funcionario del gobierno. De hecho, todos los presidentes del banco, salvo dos, han procedido de bancos, bancos de inversión o eran abogados con amplias conexiones bancarias en Nueva York.

El banco obtuvo la confianza de Wall Street al insistir en imponer «disciplina fiscal y monetaria» en los países prestatarios, limitando su actividad a la financiación de proyectos fáciles de definir, como los servicios públicos de energía eléctrica, infraestructuras de transporte y otras actividades económicas, con estricta supervisión del uso final.

El dinero gastado en programas sociales en materia de educación y salud era considerado como un despilfarro de recursos, por lo que el Banco Mundial prestó dinero básicamente para proyectos de infraestructura que se podían demostrar viables en términos de interés económico y reembolso del capital. Por lo tanto, desde que comenzaron los préstamos a los países del Tercer Mundo el banco ha intentado supervisar y controlar las políticas económicas de los países prestatarios. El banco siempre ha sido pro mercado.

En la década de 1950 el Banco Mundial mostró un creciente interés en la lucha contra la pobreza. Esto fue en parte debido a que los presidentes del banco viajaban ellos mismos a países del Tercer Mundo y podían contemplar con sus propios ojos las condiciones existentes allí. El informe del banco de 1955 es muy ilustrativo sobre esta etapa: «La experiencia ha demostrado una y otra vez que los proyectos monumentales no son necesariamente proyectos útiles. Sin embargo, otros menos llamativos —el cuidado de las herramientas, la enseñanza de habilidades, el fomento del cuidado de la tierra— son a menudo de un valor incalculable. [El desarrollo económico] tiene que ser un despertar en la mente de millones de personas, en todos los ámbitos y condiciones de vida, un despertar que va a mover a la gente a trabajar más eficazmente para alcanzar las recompensas de mañana […]. El banco comienza su décimo año con la sensación de haber aprendido y hecho mucho, pero con plena conciencia de que hay mucho más que aprender y por hacer».