A Christine Levisse–Touzé —historiadora y directora del Memorial Leclerc–Jean Moulin, de París— y Géneviève Dreyfus Armand —historiadora y directora de la BDIC (Biblioteca de Documentación Internacional Contemporánea, Universidad de París X–Nanterre) y del Museo de Historia contemporánea BDIC, Hotel des Invalides, París—, por su apoyo y su ayuda.
Al general Michel Roquejeoffre por haber sido el único militar francés en defender públicamente la memoria de La Nueve y de los numerosos combatientes españoles que participaron en la contienda.
A Yves de Daruvar, oficial de la Segunda División Blindada, Compagnon de la Libération, por su testimonio personal y sus magníficas fotografías de La Nueve.
A Sèrge Borochovitch, Roger Doré, Coronel Gourdesses, Benjamin Josset y Emile Pérez por sus interesantes testimonios personales.
A Yolanda Mesquida, Cristina Sánchez, Janine Dumont, Fabián Garrido, Javier Vidal, Annick Jouanne, Alberto Toscano y Jean Pierre Ayrut, por la preciosa ayuda técnica y su paciencia.
A Manuel Corell, por sus informaciones sobre Granell, por su estímulo y su ayuda efectiva y eficaz.
A Anièce y Jean Pierre Arrúe, María José Cortés, Colette Dronne, Jean–Paul Gómez, Aurora Granell, José Luis Moreno, Géneviève Putz, por darme generosamente información y diversa documentación sobre sus padres, hombres de La Nueve.
A Roberto Flores, dibujante, por su pasión y trabajo sobre La Nueve.
Al presidente José Luis Rodríguez Zapatero, por haber facilitado con su apoyo un principio de reconocimiento oficial para los soldados españoles de La Nueve.
A la memoria de Antonio Vilanova y Eduardo Pons Prades, dos hombres que lucharon con valor y paciencia por la memoria de los republicanos españoles en el exilio, cuando nadie o muy pocos se interesaban por ellos.
A la memoria de Albert Camus, que compartió la herida profunda de aquellos españoles y que nos enseñó tantas cosas.