[1] Hay dos versiones de dicho análisis. La primera es un borrador, fechado el 29 de mayo de 1939, con partes tachadas e incluso eliminadas. La segunda está en limpio. Esta la elevó a Dimitrov, a Molotov, presidente del Consejo de Comisarios y nuevo comisario de Asuntos Exteriores, y a Potemkin. Nos hemos basado en la primera, con tachaduras y todo, porque representa posiblemente lo que Marchenko quiso reflejar y que más tarde reelaboró. Se encuentra en AVP RF: fondo 097, inventario X, asunto 43, carpeta 104, pp. 15-35. La versión definitiva figura en el fondo 06, inventario 1, asunto 103, carpeta 10, pp. 45-67. <<

[2] El análisis militar nos llevaría demasiado lejos. Hay, con todo, un aspecto notable. Según el post-mórtem la brecha franquista se abrió en el frente que defendía la Brigada 179 de Carabineros de la 56 División del XII Cuerpo de Ejército. Beevor (p. 561) concuerda afirmando que se trataba de las tropas mejor armadas del EP. Sigue en ello a Ramón Salas (p. 2195) que sostiene que según Rojo estaba «perfectamente nutrida y armada». Ahora bien, Marchenko escribió que se trataba de la brigada más débil de las 25 del Ejército del Ebro. No tenía ni comisarios. Al darse a la fuga (Salas dice que «chaqueteó en toda la línea») abrió un frente de una longitud y profundidad de varios kilómetros. <<

[3] El debilitamiento del PCE en Madrid ha de entenderse en términos políticos, no de contingentes de militantes, ya que su número seguía siendo importante. Debió de jugar algún papel el traslado de la dirección central a Cataluña, siguiendo al Gobierno. Ello permitió tanto la deriva radical que ya hemos señalado como la praxis sectaria que contribuyó al aislamiento de los comunistas mucho antes de que el Frente Popular de la capital se declarara incompatible con ellos. <<

[4] En la literatura dominan las valoraciones, generalmente teóricas, de un gran número de historiadores que no resisten la confrontación con las fuentes primarias ya disponibles. Sobre las no disponibles, y hay muchas, toda especulación es permitida, aunque habrá que combinarla con la evidencia existente. Ni Payne ni Beevor lo han hecho. Este último entra, en particular, en pleno pensamiento mágico al evocar incluso (p. 682), en términos contractuales, la posibilidad de un Gobierno «abiertamente comunista», en el caso de que la República hubiese ganado la guerra. Su afirmación (El País, 23 de marzo de 2008) de que «lo que descubrí en los archivos rusos fue que en el caso de victoria el poder comunista iba a controlarlo todo» ni está confirmada por la evidencia ni, lo que es peor, él identifica la que podría apoyarla. Como cualquier lector de su obra puede comprobar, casi todas sus referencias a documentación soviética están relacionadas con detalles militares, generalmente de naturaleza táctica. Dos del archivo central del Ministerio de Defensa las ha tomado de Rybalkin (a quien ha plagiado vilmente) quizá porque el acceso de investigadores occidentales al mismo no está autorizado. Las referencias que ofrece a papeles del NKID (pp. 491 y 742) corresponden a documentos mencionados por Rybalkin o publicados por Radosh, aunque tampoco lo especifica en ninguna ocasión. La única vez que Beevor entra en una consideración de índole política general (p. 436) distorsiona el texto para acomodarlo a sus preconcepciones ideológicas y no se trata de un planteamiento moscovita sino de «Stepanov». <<

[5] Mi interpretación difiere radicalmente de la de Payne (2008, p. 40) quien ve el origen de la conflagración europea en el cambio de postura de Stalin, ignora la vocación expansionista de Hitler y del fascismo y se cuida mucho de abordar la dinámica política entre las potencias democráticas y la URSS durante la primavera de 1939. <<

[6] En Ocherki, p. 144, se narra el caso de una agente, Inna N. Belenka, que anticipó su propio suicidio al rendir uno de sus últimos informes. <<

[7] Lo único reprobable que se menciona en Ocherki, p. 153, es que el grupo especial detuvo a dos extranjeros y que se comportaron con ellos de forma no demasiado correcta. Esto originó un escándalo. Se aclaró la situación y se pidió perdón a los detenidos, entre los cuales figuraba Willy Brandt (sic). No se dice una palabra del caso Abramovich («Marc Rein»). <<

[8] Agradezco a Alexander Kazachkov las informaciones que me ha proporcionado al respecto. Dullin, en su obra estándar, sólo menciona (p. 336) las iniciales de su nombre de pila y patronímico y nada de su carrera anterior o posterior. <<

[9] Como es notorio, fue la que condenó también a muerte a personajes como Tujachewsky o a miembros del Buró Político como Bujarin, Kamenev, Rikov y Zinoviev, así como también a 25 comisarios del pueblo, 13 kondarms, 43 komkors, 85 kombrigs, etc. No cabe atribuir, sin embargo, una significación especial al hecho de que fuera esta sala la que juzgase a Marchenko, al menos en el actual estado de nuestros conocimientos. La VKVS fue uno de los mecanismos más eficientes del exterminio estalinista. Entre el 1 de octubre de 1936 y el 30 de noviembre de 1938 condenó a la pena capital a la friolera de 31 456 personas (datos de Yan Rachinski, copresidente de la ONG Memorial de Moscú, Novaya Gaceta, 3 de abril de 2008, amablemente facilitados por Alexander Kazachkov). <<

[10] Las informaciones anteriores recogen informaciones divulgadas por Nesterov y Vergasov. La afiliación política inicial de Marchenko y su elección a la Comisión de Control aparecen en la página de referencias sobre la historia del PCUS y de la URSS, www.knowbysight.info/MMM/03644.asp. <<