[1] Es la clave de la interpretación de Bolloten (pp. 879s), cuyas bases documentales suelen ser las maledicencias antinegrinistas y de distinguidos renegados comunistas. <<
[2] Tales memorias son, en gran medida, un ajuste de cuentas y contienen errores fácticos inmensos. Sobre temas ya tratados en esta trilogía pueden consultarse, por ejemplo, las pp. 47s, 81, 83, 143, 145, 208, 260, 286, 307, 313, etc. Perea se autodesignó, nada menos, que como el único general que hubiese podido evitar la derrota. <<
[3] «Quería asociar a los comunistas a la responsabilidad de medidas severas, draconianas, en la conducción de la guerra, en la disciplina del trabajo, en el reparto de los productos, en el control policial, en el reclutamiento, etc.», citado por Miralles (2007, p. 66). <<
[4] No se trata de establecer aquí una lista de los autores con cuyas interpretaciones chocan con la mía, pero sí debo hacer notar mi discrepancia con dos de las más recientes, debidas a Payne y a Ranzato. <<
[5] Hay que tener en cuenta en que, en las condiciones de la guerra, podía ocurrir —y ocurrió— que el Buró Político fuese por un lado y la organización de Madrid, más «izquierdista», trazara su propia hoja de ruta, hasta que se le obligaba a corregirla. Era un divorcio lógico entre quienes se encontraban en primera línea y los que estaban en retaguardia. Ya lo había previsto el PCE al oponerse al traslado a Barcelona. <<
[6] El episodio se describe en GRE, IV, (pp. 90ss), pero mi interpretación es radicalmente diferente. Nunca aparece en tal historia canónica la menor referencia a posibles desviaciones de la línea marcada desde Moscú, que tampoco identifica. Quizá convenga señalar que en la reunión de los dirigentes comunistas con Negrín hacia el 3 de abril de 1938, ya mencionada en el capítulo XI, estos hicieron hincapié, para explicar su posición final, en la carta de José Díaz y en los dos objetivos por los que el PCE luchaba: independencia nacional y defensa de la República democrática. <<
[7] Entre los autores que más parecen complacerse en ignorar este tipo de informes figura Payne (a pesar de que menciona alguna que otra obra francesa), y cuya única aportación documental se limita a una pequeña buceada en los archivos de la Fundación Nacional Francisco Franco para un par de temas estrictamente marginales, como puede comprobar cualquier lector (pp. 441 y 445s). Obsérvese que las consideraciones de Morel coinciden en amplia medida con los argumentos utilizados por Negrín en su propia defensa en el Epistolario (p. 55). <<
[8] Tanto la SFIO como el PCF apoyaron el comunicado. El Consejo Nacional de la primera aprobó por unanimidad una resolución en la que declaraba que «la intervención armada de Italia y Alemania contra la República española y el establecimiento de fuerzas extranjeras sobre territorio amenazan la seguridad de Francia». El texto completo figura en Azcárate, pp. 222-226. Existen copias en AMAE: legajo R-1073, E 25 y en AJNP. <<
[9] Rafael Méndez, muy próximo a Negrín, lo explicó (p. 95) sucintamente: eran buenos combatientes y la URSS era «nuestra única fuente de aprovisionamiento en material de guerra». <<
[10] El informe es de octubre de 1938. También afirmaba que «la preponderancia que el PC tiene en la dirección del Ejército causa un gran daño a la situación actual. Crea asimismo una desmoralización de los elementos no comunistas, que son considerablemente los más». La conclusión política era, creemos, exagerada: «Al terminar la guerra, tendrían tal control en el Ejército que los principios del Gobierno, expuestos en los trece puntos, no tendrían aplicación, llegado el caso». Ya desde mayo, Negrín sabía que la expansión comunista desagradaba profundamente a algunos altos mandos del EP. El teniente coronel Joaquín Pérez Salas, por ejemplo, le solicitó el relevo (AJNP). <<
[11] Mi agradecimiento a Fernando Hernández Sánchez por haberme transmitido este fragmento de las memorias de Uribe. <<
[12] «Stepanov» (p. 121) afirma que los redactó el BP del PCE. En principio, y dado que suele inflar las contribuciones comunistas, su versión habría de tomarse con muchos granos de sal. Fischer, por su parte, atribuyó la idea a un productor cinematográfico británico, Ivor Montagu, quien habría indicado que la República necesitaba un programa para mejorar su proyección internacional, parecido a los «Catorce puntos de Wilson», lo que menciona Payne (p. 330). Moradiellos (2006, p. 360) ha clarificado la autoría: la mayor parte se la dictó Negrín a Zugazagoitia y, si acaso, el PCE añadió algunos puntos. <<
[13] Zugazagoitia escribió a Pascua el 7 de julio (AHN: AP, 12/16) que le había sorprendido la vuelta a España de Luis Prieto pero que dudaba del regreso de Bugeda, entre otros. <<
[14] Como en ocasiones anteriores, y por razones deontológicas, renunciamos a reproducir los nombres que figuran en los informes. <<
[15] También los franceses lo creían (DDF, X, docs. 282 y 406). La feroz resistencia republicana cansaba igualmente en la zona franquista, donde la discordia se acentuaba en las bambalinas. <<
[16] A este episodio se refirió ya Zugazagoitia (pp. 460, 505 y 587) pero con menor crudeza. También lo hizo Vidarte (pp. 836ss). Ha sido retomado por de Blas (p. 381). <<
[17] He tomado el discurso de la reproducción de ABC, 19 de junio de 1938. Zugazagoitia en carta a Pascua del mismo día, (AHN, AP, 2/16) lo entendió como una llamada al sacrificio. Poco satisfactoria para la gente, deseosa de acabar. La falta de fe era consecuencia de los reveses militares. Especuló que a lo mejor Negrín, si perdía la presidencia, querría quedarse con la bandera de la resistencia. Alguna de sus afirmaciones fueron, en todo caso, poco prudentes. Hablar de la fabricación de todo el material bélico necesario cuando el EM había ordenado la evacuación de Sagunto y la retirada de la maquinaria era excesivo. <<
[18] Sobre la nonata crisis, véase Moradiellos (2006, pp. 365s). <<
[19] Firmaban la CNT y UGT, el PCE, IR, UR, FAI, republicanos federales, ASM y el partido sindicalista. <<
[20] Agradezco a Fernando Hernández Sánchez que me proporcionara ejemplos de estas actividades anarquistas, cuyo reflejo documental se encuentra en el archivo de Salamanca. <<
[21] En Londres lo hicieron el día 24 José Ignacio de Lizaso, delegado del Gobierno vasco, el Dr. Josep Maria Batista i Roca, representante del Gobierno de Cataluña. Contenían también una larga exposición sobre la pugna a lo largo del tiempo para que el Estado español reconociera los derechos históricos. El expediente figura en TNA: FO 371/22660. Su reflejo en la literatura (Jiménez de Aberasturi, Marquina, de Pablo et al., Sánchez Cervelló, Ugalde Zubiri, etc.) es abundante. <<
[22] Sobre el estado anímico y la situación económica, política y psicológica de una Cataluña anegada de refugiados y bombardeada a conciencia por franquistas e italianos es interesante el despacho de Labonne del 19 de abril (DDF, IX, doc. 205). Reconoció que el traslado del Gobierno central había sido un acierto y subrayó que eran los comunistas, los anarquistas y un sector moderado muy sensible a la derogación del Estatuto de Autonomía por parte de Franco quienes constituían los mejores apoyos de Negrín. <<
[23] Zugazagoitia (p. 470) aludió al recrudecimiento nacionalista en las actividades de la Generalitat y a la reacción de Negrín, contra «un separatismo estúpido y pueblerino». Méndez (p. 170) registró una reacción paralela: «Antes de consentir campañas nacionalistas que nos lleven a desmembraciones, que de ningún modo admito, cedería el paso a Franco sin otra condición que se desprendiese de italianos y alemanes. En punto a la integridad de España soy irreductible y la de los de afuera y de los de adentro. Mi posición es absoluta y no consiente disminuciones». <<
[24] El sistema de control parecía parcial; era insuficiente la designación de sólo cuatro puertos rebeldes para el mismo y faltaba por estudiar la implantación del aéreo, estimado indispensable. Mientras no se terminase el examen del mismo, todo el sistema debía quedar en suspenso. <<
[25] Los servicios de inteligencia republicanos siguieron el tema. Uno de sus informes se reproduce en el CD del apéndice (doc. 36[d36]). <<
[26] La carta en que Leche comunicó a Londres la entrevista está reproducida en las obras de Azaña, edición de Juliá (pp. 182-184). <<
[27] Azaña estaba, posiblemente, en crisis. En una entrevista con Negrín a finales de junio le había preguntado si juzgaba posible «alargar la resistencia tres semanas más». A la respuesta positiva, contraatacó diciendo que «hiciese el favor de no tomarle el pelo». Fueron informaciones que Negrín dio a Zugazagoitia y que este transmitió a Pascua el 26 de junio (AHN, AP, 2/16). <<
[28] A tal efecto, puede consultarse su artículo «La URSS y la guerra de España» (edición de Juliá, pp. 212-216). Indudablemente estuvo influido por lo que Pascua le había dicho y sus impresiones son parecidas a las conclusiones a las que hemos llegado por la dura vía de la contrastación documental. Todo esto lo ignoran los autores profranquistas. <<
[29] «Mediation in Spain», expediente en TNA: FO 371/22660. Los comentarios datan del 10 de agosto. Julia (2007, p. XLIII) señala que Franco se enteró de la entrevista a través del SIPM. Mi propia valoración de la gestión de Azaña es menos dramática. <<
[30] Análogamente diría Vidarte (p. 831) que sólo «la voluntad férrea de Negrín mantenía unidos a los partidos y organizaciones del Frente Popular, convencidos, como él, de que entregarse al enemigo… era tanto como el suicidio». Payne introduce en el análisis sus «extraordinarios vicios y caprichos personales», «que socavaban su capacidad de trabajo», o la «amoralidad» de su vida personal (pp. 326s). ¿Sus fuentes?: Bolloten y el chismorreo antinegrinista. <<
[31] La constante apelación al pueblo por parte de Negrín la destacó ya Vázquez Ocaña (p. 115). <<
[32] Méndez (p. 171) lo explicó sucintamente: «Resistencia a ultranza y movilización de recursos internacionales, para conseguir una paz que previniera el exterminio de miles y miles de republicanos constituyó el eje de la política de Negrín desde que consideró inalcanzable la victoria». <<
[33] También Moradiellos (2006, pp. 373s) y Juliá (2007, p. LXI) han hecho alusión a este episodio. <<
[34] Llevó incluso a no implementar la propuesta que desde México transmitió el 14 de mayo Gordon Ordás: el presidente Cárdenas y sus asesores habían llegado a la conclusión de que la República perdería la guerra. De aquí la posibilidad de asentar a muchos miles de familias campesinas y obreros españoles, e incluso documentarlos como mexicanos para el viaje (AJNP). Sobre el papel de la represión en la política de resistencia negrinista, Preston (2006) ha dado varios ejemplos, tanto de declaraciones públicas como privadas. Vázquez Ocaña también (p. 108). <<
[35] Los telegramas correspondientes se conservan en AJNP. El que alude al último extremo se reproduce en el CD del apéndice (doc. 26). Vidarte (p. 760) señaló, con razón, que Negrín creía «que sólo una resistencia a ultranza y alguna batalla decisiva sobre las fuerzas de Franco podrían obligar a este a cambiar de actitud». <<
[36] Nada de lo que antecede significa que Negrín desease un conflicto europeo. Lo consideraba inesquivable, que es algo muy diferente (Vidarte, p. 839). La historia le dio la razón, aunque Payne no comparta tal tesis. <<
[37] Algo que no escapó a los franceses que reconocieron que Negrín las rodeó de un misterio impenetrable. Muchos de los ejecutores ignoraban lo que hacían los demás (DDF, IX, doc. 405). Beevor (p. 503) le reprocha en un tono condescendiente que no comprendiese que para los conservadores británicos el compromiso con la democracia fuera del propio Reino Unido era de cristal. Naturalmente, no da fuentes a la par que ignora la evidencia de que rebosa la correspondencia diplomática republicana. <<
[38] Contra toda lógica, Vidal (2006, p. 306) es de quienes sostienen que Negrín creía «en la posibilidad de ganar la guerra». ¿El motivo? ¡La llegada de nuevas armas soviéticas! <<
[39] Lo indicó, por ejemplo, al embajador francés el 25 de marzo: los acontecimientos internacionales se precipitaban, las potencias intervenientes podrían verse obligadas a reducir su presión y centrar el empleo de sus medios materiales en otras partes (DDF, IX, doc. 56). <<
[40] Al tiempo le dijo que en cuanto terminara la guerra el príncipe Don Juan ascendería al trono, lo que permitiría una pacificación completa ya que él no tenía responsabilidad alguna por la guerra civil. Telegrama del 26 de abril. TNA: FO 371/22643. <<
[41] Es imposible no pensar en lo del cazo y la sartén, con su «¡apártate que me tiznas!». <<
[42] «French attitude and its effect on Anglo-Italian agreement», 8 de abril. Ibid. 22642. Litvinov telegrafió a Marchenko, el 29 de abril, sus impresiones de que Francia capitularía ante el Gobierno británico. Londres, afirmó, procuraba facilitar la victoria de Franco cerrando todos los caminos por los que los republicanos podrían recibir ayuda y existía el riesgo de que los franceses retirasen todas sus promesas. AVP RF: fondo 05, inventario 18, asunto 84, carpeta 144, p. 7. <<
[43] Una nota del Secretariado General del Consejo Superior de la Defensa Nacional del 24 de abril sobre la importancia estratégica de España reconoció, sin embargo, que la entrada de Franco en guerra al lado de los adversarios de Francia e Inglaterra, o incluso su neutralidad benévola a favor de ellos, constituiría un grave peligro para los intereses militares franco-británicos. Pero ¿existiría todavía la República en el momento en que estallase el conflicto? (DDF, IX, doc. 231). <<
[44] «Durante todos estos días —señaló— tengo constantes visitas de los maestros y otros españoles aquí residentes, en un grado grande de excitación, solicitando ser repatriados, pues no quieren de ninguna manera permanecer aquí si se perdiese la guerra. Me han dicho algunos, textualmente, que son atendidos cada vez con menos consideración, hasta el punto de que, en ocasiones, han tenido que decir “¡que todavía no hemos perdido la guerra!”. Naturalmente esto lo recojo sin darle excesivo valor, pero sin duda alguna como sintomático. Me dicen que el personal ruso que trabaja con ellos en las escuelas les habla ya como dando por descontada nuestra derrota…». (Viñas, 1979, p. 406). Polo se cuidó de manifestar que en tal caso sólo permanecería en Moscú si recibía instrucciones expresas y directas. Cualquier declaración que pudiera hacer en otro sentido no la haría con plena libertad. Por si las moscas… <<
[45] Sobre este tema, que ha sido muy mitificado en la literatura, conviene leer el trabajo de Borrás. La prohibición no se levantó formalmente hasta la firma del acuerdo comercial hispano-francés de enero de 1940 pero, según Bonnet (1967, p. 267), las exportaciones habían comenzado antes. <<
[46] Simultáneamente, en el Quai d’Orsay se pidió una evaluación sobre cómo podría desarrollarse la situación militar en España, las posibilidades de Franco y la capacidad de resistencia republicana, si cesaban los flujos de ayuda del exterior a ambos contendientes (DDF, X, doc. 73). <<
[47] Lo que antecede es un resumen de la información contenida en una amplia gama de telegramas, despachos e informes que se encuentran en TNA: FO 371/22646-50 y 22660. Sería premioso identificarlos individualmente. <<
[48] También las harían los soviéticos con respecto a China, donde la situación era prometedora. Potemkin dijo al embajador francés que si los chinos resistían varios años, el Japón se debilitaría lo suficiente como para no poder atacar a la URSS (DDF, IX, doc. 275). <<
[49] Ciertamente habló con Suritz ya que Litvinov informó el 9 de agosto a Marchenko que los franceses les habían dicho que «para los envíos no muy grandes cerrarían los ojos» (APV RF: fondo 05, inventario 18, asunto 84, p. 144). <<
[50] «Conversación con el ministro de Negocios Extranjeros, Sr. Bonnet, 9 de julio de 1938». AHN: AP, 3/8.6. Conviene subrayarla porque pocos días antes el gabinete de Bonnet había circulado una nota en la que se afirmaba que el cierre de la frontera al material bélico no era otra cosa que mantener los compromisos de no intervención que nunca habían variado (DDF, X, doc. 101). <<
[51] Bonnet llevaba la política exterior por su cuenta, manipulaba información, la ocultaba y distorsionaba. Carley, du Réau (p. 245) y Ragsdale (p. 42) no tienen buenas palabras para él. Su jefe de gabinete, Jules Henry, cómplice, sería el último embajador de Francia ante la República cuando Bonnet decidió cambiar a Labonne por ser excesivamente prorepublicano. <<